Thursday, September 06, 2012

Les huyen a las obras ambientales


Por: Javier Franco Altamar 

Cada vez que veo un desastre ambiental como el de la ciénaga de Mallorquín, con su galopante deterioro bajo la complaciente mirada estatal, me preguntó qué ente satánico se impone para que esto sea posible.

Recuperar la ciénaga, según las asociaciones comunales y de pesqueros de La  Playa y Las Flores, vale 23 mil millones de pesos. Yo creo que si la intervención fuera de otra índole, digamos en infraestructura, hace rato que se hubiera hecho.

Quizás porque las obras de infraestructura generan mayor impacto visible. La cultura del cemento, dirán algunos; la de las grandes avenidas que se asocian con el progreso. Los contratistas ya saben cómo es el truco: o se gastan mucho menos de lo proyectado para quedarse con la gran tajada o hacen crecer la
cifra a través de un otrosí que nunca falta.

 La comunidad en general se disfruta el espectáculo inaugural que causa trancones, presidido por un gobernante en el umbral de la eternidad, pero recuperar una ciénaga no parece cuadrar con toda esta puesta en escena. ¿Quién se beneficiaría? ¿Cómo se muestra eso por los medios?

Por supuesto que aparecerán peces, vegetales y aves migratorias, pero ninguno de ellos vota. Las comunidades aledañas suelen ser apáticas a esas dinámicas electoreras y quienes más presionan son los ambientalistas, personajes alternativos, independientes, nada que ver con los barones políticos o las
 élites empresariales.

Como los grandes contratistas locales no tienen vocación ambientalista, tocaría traer extranjeros, que si bien nunca están exentos de tirar la'liga' a quien pone el 'ok' final, suelen ser ajenos a la política local. Eso complica un poco las cosas.

Y otro detallito: las obras ambientales son tema de largo plazo y se corre el riesgo de que los aplausos se los lleve un gobernante del futuro.

Publicado en ADN Barranquilla
Septiembre 5 de 2012

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