Thursday, October 27, 2011

Juancho Polo y Kadafi

Por: Aníbal Tobón

Este Nada Press Extra está motivado por un fragmento, aparecido el domingo en El Heraldo, del libro de Javier Franco sobre Juancho Polo Valencia, y el reciente asesinato de Muamar el Kadafi, cuando ambos hechos me hicieron rememorar una anécdota del año 70 0 71, no recuerdo bien.

El caso es que para esos años yo dirigía el Teatro estudio de la Universidad del Atlántico, y por deferencia del doctor Lacorazza Varela, a la sazón rector de la Universidad, yo habitaba en la Escuela de Bellas Artes en un cuartito construido en el estacionamiento. Eran épocas económicamente muy difíciles, tanto para los actores como para los estudiantes de pintura, por lo que me ingenié para hacer una especie de fogón comunitario.

En una vieja lata de Gracetales cocinaba, bajo la sombra de una acacia que todavía existe, sancochos de lo que se pudiera. Lo más común eran de hueso o pescado a los que le agregábamos el bastimento, luego de una “vaca” de estudiantes pobres. A mediodía nos reuníamos a almorzar sancocho en totumas, lo que evitaba a los actores y futuros pintores (entre ellos Antonio Arrieta, Benedicto Arenas, Eduardo Celis, Efraín Arrieta, Ramiro Gómez, Alberto del Castillo y uno que otro profesor que colaboraban con la colecta), desplazarse a sus casas a comer teniendo que pagar buses o en últimas poder seguir pintando en su salón.

En algún momento alguien trajo a Juancho Polo para que también comiera de la lata popular. Era un señor bajito y con un aire de enfermo de ictericia o cirrosis por el tono amarillo de su piel. Un buen conversador pero que cuando comía lo hacía en silencio, con una concentración que no dejé de notar. Recuerdo que esa vez dijo que la comida sabía mejor hecha a leña y en totuma con cuchara de totumo. Verdad que he comprobado con el tiempo.

Parece que Juancho Polo andaba en una mala situación económica, como nosotros, y así llegó algunas otras veces. Después del almuerzo se echaba una “cabeceadita” como decía, en mi hamaca y luego agradecía y se iba quien sabe para donde. Fue por ese tiempo que me enteré que el señor era un compositor vallenato, música que yo no oía, ocupado como estaba con los Rollins Stones, Jeffersson Airplane, Black Sabbath y otros grupos de rock de mi preferencia.

En una de esas pocas veces que llegó, dio la casualidad que yo estaba leyendo unos textos de Kadafi que luego aparecerían en su Libro Verde, que yo no leería completo sino cuando viví en Paris. Por esos años a mi apartado aéreo de Avianca llegaban libros y revistas de todos lados. Entre ellos de la marxista Editorial Progreso, obras de Mao y de Ho Chi Min, cuyos libros de papel de arroz nos fumábamos con deleite, tinta incluida, para no usar el popular papel de envolver de las tiendas.

Juancho Polo comía en su habitual silencio, mientras yo leía a Kadafi en sus recomendaciones para la unión árabe y el gobierno popular. Cuando terminó el sancochito me preguntó que estaba leyendo. Le contesté que un artículo del presidente de Libia. Me preguntó que donde quedaba ese país y después de explicarle su ubicación me dijo “Maestro, léame un poquito a ver”.

No recuerdo con exactitud de qué trataba lo que le leí, pero él escuchaba con mucha atención y cerraba a veces los ojos como para comprender mejor el texto. En un momento se levantó, y palabras más palabras menos, mientras se acomodaba el raído pantalón que portaba, gesto que repetía a cada rato, me dijo: “Oiga, ese señor debería ser presidente de Colombia, vea usted que ahorita le robaron las elecciones a Rojas Pinilla. Es que a nosotros nos gobiernan puros sinvergüenzas, ojala algún día tengamos un presidente así”.

Ahora que Kadafi ha sido masacrado por rebeldes, en una revuelta orquestada y con el apoyo de la banda de la OTAN, he rememorado esa anécdota. Y también he comprobado, que la política criminal de algunos países europeos y de los Estados Unidos, es una amenaza para la seguridad de quienes no piensan como ellos, aunque en sus países hagan atrocidades como las que afirman de Kadafi.

Dicen que en los Estados Unidos no hay golpes de estado, ni revueltas populares, porque allí no hay embajada norteamericana. No hay que olvidar a Guantánamo ese territorio cubano, ocupado por USA que lo usa para torturas y confinamientos por fuera de la justicia. Un lugar con nombre de canción que no hay que olvidar. Como Abu Ghirab, que hasta el gordito Botero hizo una serie de pinturas denunciando las injusticias de la tortura sin castigo.

Es el mismo caso de Irak, donde miserablemente mintieron para invadir y bombardear un país, que si hubiese cultivado zanahorias en vez de tener petróleo, nunca hubiese sido vejado. Y les recuerdo que de Sumeria, hoy Irak, nos vino el primer alfabeto o abecedario. Cuna de la escritura que fue masacrada, bombardeada y que descendió a los infiernos escogidos por Europa y los Estados Unidos. Así como Afganistán que la convirtieron en una Sodoma moderna.

En el mundo de hoy, y también de ayer, ojalá no en el de mañana, los malos escogen los blancos. Y los blancos a dispararles son morenos. Esa es la diana para acertar. Tiro al blanco que puede ser negro o moreno. Jotamario decía, que en los Estados Unidos los negros estaban matando a los blancos, con armas blancas. Y sigue teniendo razón en esa debacle interna de USA. Pero ahora se trata de Irak, Afganistán, Libia. Ajá ¿y porqué no invaden a Siria? Parece que la geopolítica tiene sus misterios y sus intríngulis.

De todos modos siento, con la anécdota y la reflexión, mi voz de protesta por el asesinato de Kadafi. Quizá lo mereciera (habría que investigar por fuera de esa prensa que reproduce mentiras internacionales) pero no comulgo con esos linchamientos criminales, aceitados por dólares de la OTAN, tan tan. Esa que lanza mísiles a diestra y siniestra de dios padre. Y sanseacabó. Gracias por la atención prestada a Juancho Polo y a Kafadi…

Divulgado por la agencia Nada Press
Lema: “No decimos la verdad pero tenemos la razón”.
26 de octubre de 2011

Barranquilleros piden más empleos, pero formalizados

Por Javier Franco Altamar

El 70 por ciento de las personas encuestadas por ‘Barranquilla cómo vamos 2011’, pusieron la generación de empleo como el tema que más atención requeriría del próximo alcalde (o alcaldesa). Los otros son, en su orden, la calidad de la salud, el fortalecimiento de la seguridad y la calidad educativa.

La sugerencia en lo del empleo parece reñir con los últimos datos del Dane según los cuales Barranquilla es una de las tres ciudades con menor tasa de desocupación del país, con el 7 por ciento en el trimestre junio-agosto; y el 8,3 por ciento en el periodo septiembre 2010-agosto2011. ¿Cómo conciliar los dos datos?

El análisis puede explorar dos caminos. El primero, que una percepción no depende, exclusivamente, de las circunstancias individuales. En otras palabras, no se requiere estar desempleado para percibir que la ciudad requiere más empleos como condición de bienestar general.

“No hay nada ilógico allí, porque la percepción está orientada hacia las condiciones generales que se esperan de una ciudad. Una percepción de inseguridad, por ejemplo, va más allá de que uno haya sido víctima de un delito”, consideró Beatriz Eugenia Vélez Vengoechea, presidenta del Comité Intergremial del Atlántico.

Frente a esa generación de empleo, las sugerencias de los encuestados apuntan hacia la creación de empresas como acción más importante para el futuro alcalde (57 por ciento), y a estimular a las actuales empresas a ofrecer más empleos (49 por ciento de los encuestados).

“No se le dice nada más al Estado sobre las estrategias específicas porque se supone que él, a través de sus diferentes niveles, sabe cómo crear empresas o estimularlas”, observó Javier Restrepo, de Ipsos-Napoleón Franco, la firma encuestadora del estudio.

Y aquí entra en escena el segundo aspecto: que las estadísticas del Dane, a la luz del promedio general, no matizan el impacto de la informalidad en las cifras; y esa informalidad, según los imaginarios, “disfraza” la realidad del desempleo.

“Si el desempleo aparece más bajo, mucho de ello tiene que ver con el empleo parcial, individual e independiente, que si bien es válido dentro de una economía, implica problemas como el de la seguridad social, por ejemplo”, consideró el director regional del Sena, Jorge Luis Restrepo Name.

Existe informalidad cuando se lleva a cabo un negocio o actividad económica sin tener en cuenta las normas del Estado, como las de tener un registro mercantil, afiliar a los trabajadores a la seguridad social y pagar impuestos, entre otros. Por esa línea, el trabajdor informal está alejado de algunos beneficios del mismo Estado y de las diversas instituciones económicas.

En este frente, consideró Restrepo Name, el desafío es grande y hacia allá apuntan instrumentos como la Ley 1429 del 2010, o Ley de formalización y generación de empleo, donde aparecen diversos estímulos para quienes se hayan puesto en la ruta formal desde diciembre del año pasado.

Esos estímulos apuntan a una tranquilidad tributaria en sus primeros años, porque el elemento que más disuade es, justamente, pagar impuestos. Así, sólo pagarían el monto completo de la matrícula mercantil al cuarto año de estar funcionando. En los anteriores, pagarían sólo una parte de él.

Con el impuesto a la renta pasa algo parecido: arrancan sin tributar ni un peso en el primer año, pagan el 25 por ciento al tercer año, y va aumentando al tributo progresivamente hasta pagar la totalidad cuando ya tenga seis años, es decir, cuando el patrimonio esté consolidado.

En complemento, el Sena le viene apuntando a la formación para el trabajo de acuerdo con estudios de pertenencia, en el sentido de brindar programas en respuesta a lo que el sector productivo requiere; y lo otro es la línea de emprendimiento, que pretende generar ingresos.

En esta última, se acompaña con el desarrollo de una política de préstamos accesibles. “Ahí está el éxito de un país: que los emprendedores tengan acceso al créditos blandos, en condiciones muy favorables y puedan luego, en el camino, dar el salto a la formalización”, subrayó Restrepo Name.


21 de octubre de 2011
Publicado en EL TIEMPO

David y Duván, los salvavidas



Por: Javier Franco Altamar

El domingo 23 de octubre a las 5 de la tarde, David Hernández, de 16 años; y Duván Lambraño Ramírez, de 14 jugaban con otros amigos un partido de fútbol en las playas de Miramar, en Puerto Colombia, cuando escucharon el grito.

A pocos metros de allí, un hombre señalaba hacia el mar alertando sobre la presencia de unos bañistas que estaban siendo arrastrados por la corriente. Manoteaban, parecían estar pidiendo auxilios.

En menos de lo que dura en definirse un pensamiento, los dos jóvenes tomaron los dos pedazos de tabla de surfear que alguien les había regalado el mes pasado, y se lanzaron al agua. La operación duró dos horas. Alcanzaron a salvar a dos muchachos y una jovencita. Un tercero, se les perdió de vista. Si tan sólo hubiese estado un poco más cerca...

Nunca han recibido clases de primeros auxilios ni un curso de natación especializada, pero Hernández hizo lo que cualquier rescatista veterano haría: rodeó con un brazo a la chica por la espalda, y la puso en el pedazo de tabla suspendiéndola por la axila. “Estaba vomitando. Cuando la saqué, botó el agua que había tragado”, dice él con la autoridad de la experiencia.

Y experto sí es, porque entre él y su amigo David, rescatan, en promedio, 15 bañistas al mes. “Lo hacemos sin ningún interés, para ayudar. Y si ellos nos dan algo, nosotros lo recibimos”, agrega Hernández, más alto que su amigo, pero igual de flaco.

Ambos sonríen con algo de timidez, pero Duván se nota más suelto. Claudia Ramírez, su mamá, con quien comparte los ojos claros y el cabello castaño, lo mira con orgullo; pero no oculta lo mucho que sufre cuando le informan que su hijo está en pleno rescate. “Él nada bien desde muy niño y es muy valiente; pero de todos modos, uno queda con Jesús en la boca”, dice ella.

Ayer, cuando Duván y David se lanzaron al rescate, los salvavidas oficiales, de motivos naranja y torpedo flotante, habían terminado su turno 45 minutos antes. Lo que hicieron fue aún más heroico si se tiene en cuenta que fue espontáneo y artesanal. ¿Qué harían si tuvieran algún reconocimiento de las autoridades? ¿algún recurso? ¿Alguna capacitación?

“Estos pelaos se han criado aquí, desde chiquitos están nadando, y han aprendido viendo a los otros”, agrega el mesero Jairo Cervantes, que los ha visto crecer y actuar. Él recomienda que, como mínimo, pongan un chaleco salvavidas en cada caseta de la playa... y un torpedo.

26 de octubre de 2011
Publicado en ADN-Barranquilla

La gigantesca bandera se rasgó con los vientos



Por Javier Franco Altamar


La gigantesca bandera de Barranquilla que combate con el viento a 70 metros del suelo en la rotonda de la calle 17, no soportó las corrientes ni las lluvias, y en la esquina superior externa se le comenzó a desprender una de las bandas de nailon.

La bandera, cuyos 30 metros de largo y 20 de ancho la convierten en la más grande que ondea en el país, fue instalada el jueves 20 de octubre en un asta de acero galvanizado que se yergue sobre una base de cuatro metros de altura.

Fue todo un acontecimiento que contó con la presencia del alcalde Alejandro Char, y tomó un poco más de dos horas: quedaba instalado así el gran símbolo de pertenencia de la ciudad, el gran orgullo flameando con los tres colores y la estrella central, dando la bienvenida a los visitantes.

El confeccionista José De Fex dijo que empleó 480 metros de tela para fabricar la bandera, y que reforzó su estructura interna con un nailon especial para que soportara la tensión del viento. Y el hilo de sus entrañas, aseguró él, es capaz de resistir una tensión de 1.650 kilos. Mejor dicho: estaba sobrada. Los grilletes navales que la unen a la cuerda de izada harían el resto.

Ayer, los miles de personas que pueden verla al tiempo desde la lejanía, notaron un par de traviesos hilos rojos golpeando contra la banda roja superior, que también se está desprendiendo.

La administración distrital fue consultada, y resulta que esta primera semana de la bandera fue de prueba: por fortuna ha llovido y los vientos han sido muy fuertes, y la evaluación ha dado las pautas de lo que debe corregirse.

La bandera será bajada hoy, dijeron, y será sometida a las reparaciones pertinentes de modo que el alcalde Char pueda izarla oficialmente la otra semana.

Un trabajo complementario concluido ayer fue el acabado en cemento alrededor de la base. Se le estaba aplicando sika flex de sellamiento en las junturas para evitar filtraciones y separaciones.

Ya el sábado, fueron borrados los grafitos de burla que personas desconocidas habían pintado en el pedestal.

La fecha precisa de la entrega de la obra no está definida aún.

Octubre 25 de 2011
Publicado en ADN-Barranquilla

Luego de las encuestas, las urnas...

Por Javier Franco Altamar

Confieso que siempre he tenido mis reservas con las encuestas. Me disgustan el sentido de que resultan condicionantes más allá de lo que debieran, pero a lo mejor les ocurre los del tierno cuchillo del pastel de bodas: él no tiene la culpa de que lo cojan para cortar una yugular.

Pero además de disgustarme porque el porcentaje que muestran termina siendo más importante que las propuestas, las condiciones humanas o las auténticas cualidades para gobernar; me disgustan porque ellas, las reinas de las preguntas tabulables, me inducen a otras preguntas difíciles de responder.

No me atrevo a dudar de las firmas encuestadoras: puedo aceptar, sin discutirlo, que son empresas serias con propietarios o gerentes que trascienden sus propios gustos, capaces de tragarse su propio malestar si arroja resultados no esperados, e incapaces de meterle mano para ayudar a alguien. Y digamos que lo acepto porque no tengo manera de comprobar nada en contrario.

Sin embargo, me atrevería a dudar de lo que ocurre pirámide abajo. El método aleatorio existe en la teoría y he visto a los investigadores marcar las cuadras y definir dónde debe tocarse la puerta. ¿Será que el encuestador sigue la ruta? Y si lo hace ¿logra que lo atiendan? Tanta inseguridad y desconfianza reinante deben tener su efecto.

Yo no me imagino a un encuestador entrando a los barrios que él pueda considerar peligroso, y dudo mucho que llegue a un edificio del norte o a un condominio superprotegido y lo hagan pasar así de chévere: más de una muchacha de servicio terminará disculpándose, pero ni el señor ni la señora están.

Han pasado muchos años desde que comenzaron a hacerse las encuestas, y ninguno de mis amigos, ninguno de mis vecinos, ninguno de mis compañeros de estudios, ninguno de mis parientes a todo lo largo y ancho de las ramificaciones de apellidos, han sido encuestados sobre preferencias electorales; y a su vez, a cada uno ellos les pasa lo mismo en sus respectivas revisiones. Entonces ¿Qué nos queda?

Pues nos queda votar a conciencia el 30 de octubre, marcando el candidato de nuestros afectos o admiración, señalando al que nos venga en gana. Hagamos como si la encuesta fuera mentirosa porque es lo más seguro. O mejor todavía: actuemos en las urnas como si la encuesta nunca hubiesen existido.

Es que puede resultar extraño, pero si actuamos como si la encuesta nos estuviera diciendo la verdad, los resultados nos terminarán convenciendo de que, en efecto, tenía razón. Así ha venido ocurriendo desde que aparecieron….

Octubre 27 de 2011