Thursday, February 28, 2013

Rendición de cuentas: libreto cumplido

Por: Javier Franco Altamar

Salvo algunos secretarios que olvidaron o mal dijeron la frase de cierre, y  que el Consejero de Seguridad Guillermo Polo, sobrepasó sus  siete minutos hablando rapidísimo, el libreto se cumplió según lo previsto por los organizadores.

La alcaldesa, Elsa Noguera, llegó al recinto sobre las 9 a.m., y comenzó su intervención 20 minutos después, cuando ya había pasado los himnos y las palabras de bienvenida y agradecimiento de monseñor Víctor Tamayo, obispo auxiliar, quien se deshizo en elogios para la mandataria en su calidad de vocero del Bicentenario de la ciudad.

El teatro Amira De la Rosa, escogido para la Rendición de Cuentas 2012 de Noguera y sus colaboradores, estaba lleno de  personas que aplaudían una y otra vez ante cada intervención, motivados por dos entusiastas seguidores que amenazaban con desmayarse lanzando vivas y alabanzas al equipo de Gobierno.

El libreto indicaba que la presentación debía avanzar como si fuera un diálogo espontáneo entre los dos presentadores, Robert Barraza y Ruby Rubio,  y la propia Alcaldesa, que respondía sentada en un juego de butacas dispuestas en media luna, desde donde le daba la palabra al respectivo secretario o colaborador, que tenía la misión de profundizar.

Los miembros del gabinete, previamente sentados en unas tribunas laterales en el escenario, todos de jeans y camiseta azul con el logo distrital, pasaron por bloques a acompañar a la mandataria en la butaca, que resaltaba con su vestido entero blanco y formal.

Un primer turno correspondió  a los del área social de su programa de gobierno (Gestión Social, Salud, Educación, Vivienda y Deportes); luego el de la competitividad (El consejero Polo, Barrios a la Obra, Infraestructura y Cultura), y finalmente el de ciudad ordenada (Espacio Público, medio ambiente, Movilidad, las finanzas)

Cada uno tenía siete minutos, y aunque la mayoría fueron respetuosos con la regla, unos pocos, como Polo, casi usó el doble. La indicación era que al terminar, dijeran la frase. “en esta esquina están pasando cosas muy buenas”, en alusión a que Barranquilla está en el punto alto de encuentro entre el mar y el río Magdalena. Cada cual, sin embargo, la dijo a su modo.

Entre aplausos, vivas e interrupciones entusiastas de un auditorio en el que  no había ni un solo contradictor (apenas alguien por allí suelto, le pidió cifras concretas a Polo a propósito de la seguridad), la mañana fue avanzando.

A cada uno de los que se habían inscrito al entrar, le daban un bono para reclamar un pan y un jugo de caja en un área de refrigerio habilitada en la salida a los jardines. Desde allí, mientras disfrutaban del bocado, podían escuchar los parlantes que un grupo de  opositores a la Valorización ubicaron en un negocio frente al Amira.

 Un poco más hacia la esquina, frente a un muro donde resalta una pintura alegórica a los hitos de la ciudad, se veía a una veintena de personas uniformadas con camisetas amarillas que los identificaba como miembros del Frente Amplio Cívico por el Rescate de Barranquilla. Estaban reunidas en torno a una mesa donde estaban recogiendo unas firmas.

Alberto Luna, presidente del Frente, y quien no se despegaba de un megáfono que le colgaba del hombro, dijo que se habían alcanzado a recoger unas 600 nuevas firmas para poder presentar el desmonte de la Valorización II como proyecto de iniciativa popular en el Concejo.

No se preocuparon por entrar al recinto porque sabían que no los iban a dejar pasar, y dentro del teatro, no había firmas disponibles.

Febrero 27 de 2013

Monday, February 25, 2013

Marlein dejó su sonrisa y su ejemplo



El programa contra el cáncer infantil en el Atlántico lleva su nombre


Por: Javier Franco Altamar

Marlein Echeverría fue perdiendo poco a poco la vida, pero jamás perdió su sonrisa.

Era la que les brindaba siempre a sus amigos, sus compañeros de colegio Cristo Rey, sus padres y sus primos, y que no abandonó ni siquiera después de aquella caída en una fiesta de cumpleaños, en junio del 2011, y que develó la presencia del sarcoma letal de la pierna izquierda. Ahora se ríe en el video promocional del programa.

“Tiene la sonrisa más hermosa del mundo”, dice Karla Iguarán, directora de la Fundación Reto, que la acogió en sus programas de asistencia. Ella confiesa que por esa sonrisa, que cautivaba, que seducía, todos se enamoraron de Marlein, porque era una sonrisa sincera, un gesto de auténtica felicidad pese a que en su cuerpo avanzaba la tragedia que nadie pudo evitar.

Se enamoró de ella el secretario de Salud del Departamento, David Peláez, que la visitaba con frecuencia y por horas compartiendo sus luchas finales, queriéndola atar a la vida esquiva llevándole una cuerda que le anudó a la muñeca derecha. Él le explicó: en su juventud, era la forma de simbolizar la fidelidad entre los novios; si te quitas esa cuerda, es porque me traicionaste, le dijo, y ella se marchó con la  cuerda a su  tumba.

Murió el sábado 16 de febrero del 2013 a las 8:15 de la mañana en su casa de la urbanización Bellavista de Malambo. Ya estaba  un tanto  más deteriorada de lo que aparece ahora en el video promocional. David Pélaez la recuerda con los rasgos hinchados, trastornos en la piel y la respiración afectada en esos instantes finales. “Yo le pedí que falleciera para que no sufriera más”, y ella hizo caso, allí mismo, a los pocos minutos. Tenía 13 años.

Ahora su cama está vacía. Doña Marina, su madre, mueve el oso de peluche, las almohadas, retoca las sábanas y echa a llorar una vez más.  Lo hace en una de esas pausas en la que pierde el control durante la charla, porque ella prefiere recordarla con alegría, como le ha recomendado el pastor de su iglesia.

La habitación es blanca y muy ordenada. Allí están, todavía, su televisor, los aparatos electrónicos que le fueron regalando en los dos años de su lucha, y el acondicionador de aire, obsequio del pastor, que no alcanzaron a instalar porque a ella le hubiera hecho mucho daño. Ya para ese momento, respiraba con la ayuda de una bala de oxígeno que de vez en cuando abandonaba porque sentía que la vida lograba sobreponerse, que el cáncer estaba cediendo.

¿Qué hubiera pasado si recibe la atención a tiempo? Quizás recibió alguna, pero ¿qué tal la quimioterapia de noviembre pasado que nunca recibió porque dijeron que era innecesaria? ¿Qué tal si en vez de tratar de reconstruirle la pierna, como lo intentaron en la operación, simplemente se la hubieran amputado?  Estaba muy joven, y una pierna menos es mejor que la victoria temprana de la muerte.

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Ya no es tiempo de lamentar, pero si de examinar lo que pasó y evitar que ocurra de nuevo, que las empresas promotoras de salud (EPS) y las IPS (hospitales y clínicas) no den tantas vuelta ni sigan dilatando los procesos para atender a los niños y niñas con cáncer.  Por eso, y porque Marlein dio la lucha con gallardía, esperanza y sonrisa,  el programa de inspección, vigilancia y control del manejo del cáncer infantil en el Atlántico también lleva su nombre.

Es una estrategia global denominada, ‘Vigilente de control’, pero que también puede ser llamada ‘Operación Marlein’. Su soporte legal (porque toca darle alguno así sea un asunto de mínima humanidad), es la Ley  1388 del 2010, según la cual  la aparición de cualquier caso de cáncer infantil obliga a la atención inmediata, por encima de cualquier consideración,  en las clínicas u hospitales del sistema.

Basta con llamar a la Secretaría o a uno de los cuatro nodos atención del sistema (Hospital Niño Jesús de Barranquilla, el Cari de Alta Complejidad, y los hospitales de Sabanalarga y Soledad) para que se disparen las alarmas y entre un ejército de especialistas a visitar y diligenciar.

En el caso de Marlein, la primera en entrar en escena fue la Fundación Reto. La conoció en septiembre de 2011, cuando ella empezaba su tratamiento de quimioterapia en el Centro Oncológico del Caribe, luego de confirmarse la presencia del tumor maligno en la pierna izquierda, cerca del fémur.

Para ese entonces, la niña era atendida a través de la EPS Mutual Ser.  Después de dos meses de recibir su tratamiento, fue desafiliada por la EPS ya que existía una múltiple afiliación: su papá, Carlos Echeverría, se encontraba afiliado a Comfacor, su mamá en Caprecom y ella en Mutual Ser. A la final, luego de tutelas y más recursos, Comfacor se quedó con el caso.

Pero todo esto derivó en unos contratiempos con el tema de las órdenes y autorizaciones,  ya que se generaban inconsistencias en el sistema que reposaba en Malambo, y eso retrasó la operación. Entonces aparecieron, una tras otras, las gestiones, y el tema terminó quedando en conocimiento de la Secretaría de Salud, de su titular David Peláez, que le dio el  empujón más fuerte al proceso.

Ahora Zarieth Camargo Reales, la prima de Marlein, la que estuvo más cerca de ella todo este tiempo, la que iba y venía entre clínicas, despachos, consultorios y ventanillas para llevar papeles, buscar resultados de exámenes y pedir autorizaciones, ahora ella lamenta que Peláez no haya aparecido antes: quizás ahora su prima estaría con ella en la sala, en el cuarto, donde sea, mamando gallo, haciendo chistes con las tareas del colegio, o diciendo que su abuelo Cristóbal parecía un perro bóxer, o remedando a su padre.

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Zarieth, que recuerda con alegría a su prima, que la acompañó a cada fiesta, a cada momento, no puede contener las lágrimas mientras habla, y contagia a los que la rodean.  Pero toma fuerza de nuevo y entonces resalta lo popular que se hizo la niña mientras la atendían en el Cari de alta complejidad.

Allí fue donde la operaron finalmente, el 19 de junio del año pasado, para salvarle la rodilla. Y donde, por su temperamento jovial y su disposición a la alegría          y el entusiasmo, se ganó el cariño del personal médico y científico. Por eso, no la identificaban solo como Marlein, sino como ‘La famosa’, porque allá la visitaban las personas y representantes de las instituciones que  se fueron sumando a la causa de su salvación.

Aquella operación pareció redentora, y luego la segunda a los pocos días por un mal procedimiento de una enfermera. Después vinieron las quimioterapias. La niña regresaría a casa, pero no a la misma donde sus padres, abuelos y primos vivían hacinados, sino a una ubicada a pocas cuadras, en el mismo barrio, que la Fundación tomó en alquiler especialmente para ella, tan solo junto a papá y mamá. De paso, empleó a Carlos Echeverría como celador, y él estuvo en esas hasta diciembre del año pasado, cuando resultó evidente que la niña requería atención más estrecha y exigente por el deterioro que ya era inevitable.

La muerte, en efecto, estaba tocando la puerta, como ya lo había hecho en 19 ocasiones en el último mes. Un nivel de mortalidad ‘catastrófica’, como lo calificó el jueves pasado David Peláez al lanzar el programa en el restaurante Archie’s al norte de la ciudad.

Con el mismo tono triste con que recuerda cada minuto de la despedida de Marlein, Peláez entrega cifras que le parecen escandalosas: en el Atlántico se reportan al año cerca de 45 casos de niños con cáncer, y en este momento hay más de 200 en tratamiento.

En cifras duras, la situación nacional es la siguiente: se hacen 1.500 diagnósticos al año de cáncer en niños y niñas. La tasa de sobrevivencia en el mundo es 40 de cada 100 casos, pero en Colombia, es de 70 contra 100. Una mortalidad muy alta  que, en muchos casos, al menos en lo que respecta a nuestro país, está relacionada con tratamientos tardíos y con las dilaciones excesivas en el servicio médico, como pasó con Marlein.

El programa, entonces, está orientado a que situaciones como esta no se repitan. De manera que así como dejó su sonrisa eternizada en el video, las fotos y los recuerdos de los suyos, a la final Marlein dejó algo adicional con su muerte: la disposición de la Secretaria Departamental de Salud para que su caso sirva de ejemplo contra la indolencia y la negligencia del sector de las promotoras de Salud.

La Secretaría no es un ente disciplinario y no podría entrar a procesar ni juzgar, pero si puede empujar procesos e iniciativas, servir de garante, y por eso se diseñó la estrategia que por un lado, se pone en marcha para que cualquier caso que se conozca sea atendido a la mayor brevedad, y por el otro, se ponga a andar los procesos penales, sancionatorios o disciplinarios a que haya lugar en la Superintendencia de Salud, los entes de control y la propia justicia.

Porque, en otras palabras, según Peláez, una desatención a un niño enfermo de cáncer que la final muere por esas mismas demoras y dilaciones, es, sencillamente, un homicidio.

Publicado en El Tiempo y Adn Barranquilla
Febrero 25 de 2013

 

La auténtica reina es la marimonda


Por:  Javier Franco Altamar

La marimonda tiene tras de sí toda una historia que conecta con lo antropológico, lo político y lo cultural, y aunque se vio reducida a una mínima expresión en la década de los 70, no se puede negar que ha ido creciendo en lo simbólico hasta llegar a ser lo que es: el disfraz más distintivo del Carnaval de Barranquilla.

Su origen, si uno escucha a los conocedores, tienen tanto de burla como de ingenio. Se habla de que es una antipática respuesta a la costumbre de nuestras élites de antaño de vestirse de entero para las fiestas.

Pero también se dice que fue una salida rápida para alguien que no tenía cómo hacerse un disfraz, y lo improvisó con elementos que tenía a la mano: ropa que se puso al revés, fundas y sacos sobre los cuales exageró los rasgos faciales. De allí los ojos grandes, las orejas de elefante y la nariz larga. La corbata es el sello de la burla en este caso.

El pito repelente se volvió su voz, y los movimientos similares a los de los simios le dieron el toque final: así quedó construida la marimonda, que fue sufriendo cambios, para bien o para mal, y ahora la tenemos vistosa, con chalequitos o con sacos, pero irreverente, con muchos colores, e incorporada, obligatoriamente, a todo lo que huela a Carnaval de Barranquilla.

Con ella ha ocurrido lo que muchas expresiones culturales: su pasado es lo de menos. Pesa más su presente alegre, el tonelaje de su simbología, la conexión con nuestro ADN barranquillero, mejor dicho: sus evidentes similitudes, a modo de caricatura, con nuestra manera de ser.

Todo eso le ha garantizado una inmortalidad que ni siquiera pasó por la cabeza de sus creadores.  Lleva una historia contraria al congo, que corre el peligro de ser recordado, en el futuro, como una estatuilla de oro. Eso sería muy triste.


Publicado 31 de enero de 2013
Diario Adn Barranquilla

La Felicidad, esa experiencia subjetiva



Por: Javier Franco Altamar

Resulta que según el último informe del Barómetro Global de Felicidad, en Colombia vive la  gente más feliz del mundo, y Barranquilla es la ciudad más feliz del país.

El generoso resultado, que debería movernos a reflexión, lo que tiende es a producir una andanada de críticas sobre el entendido de que tal dignidad se contradice con el hecho de que siguen campeando la pobreza, la inseguridad, la corrupción, y la violencia de todo tipo, es decir, están vigentes los problemas habidos y por haber.

La falla del planteamiento, creo yo,  es que pone la felicidad como lo opuesto a los problemas, cuando no tendrían por qué ser excluyentes. Mejor dicho, problemas tenemos todos, hasta los ricos, que vendrían a ser lo llamados a estar más cerca de la felicidad si de plata hablamos.

La clave, creo yo, es la forma en que cada cual se conecta con su realidad. Para algunos, irlos superando es un placer muy cercano a la felicidad. Y si vamos más lejos, lo que algunos tenemos por problemas, a otros de pronto no le parecen tales. ¿Cuántas personas se pueden dar el lujo de tomarse unas cervezas en la esquina bajo el palo de almendra? Cosas como esas pueden ser tenidas como suficientes para ser felices,  y de pronto, es lo que refleja el estudio.

La felicidad, según la RAE, es un estado de ánimo, una satisfacción, es decir, una experiencia estrictamente personal: una persona “se siente” feliz y ya, y eso es tan subjetivo como sentir calor o frío: pueda que dos personas estén compartiendo espacio y mientras la una está temblando, a la otra le parece que no es para tanto ¿Y cómo se hace?

Yo creo que quienes critican el informe tienen a “objetivar” demasiado a la felicidad a partir de ciertos referentes y no entienden cómo otros pueden sentirse felices con sus propios y subjetivos referentes.
Me acuerdo en este instante de Jane Chaplin, la hija de Charles Chaplin que vive en Cartagena. Una vez alguien le preguntó cómo una suiza (ella nació en Suiza) termina radicada en una ciudad que si bien es admirada por extraños, está llena de los más grandes problemas, como lo reconocen sus propios y sufridos habitantes.

“Esa es la cosa. En Suiza todo es perfecto, no ocurre nada, y eso resulta aburrido”, responde ella sin abandonar jamás su amplia sonrisa, porque nada le parece más placentero que tener problemas de los cuales reírse, es decir, los de Cartagena y los propios.

Publicado en ADN Barranquilla
23 de enero de 2013