Thursday, July 26, 2012

Joe sigue cantando en los recuerdos de Mary




Por: Javier Franco Altamar


En ‘Mi Mary’, la emblemática canción del amor que se tuvieron, Joe le pregunta, una y otra vez, si se acuerda “de aquel día”.

Y nunca lo va a olvidar. Ese 28 de enero, ella y una amiga lo vieron tocar en la caseta ‘La Puya Loca’ del barrio Los Pinos. La amiga ya era novia del entonces corista Checo Acosta, y para Mary Luz Alonso comenzaba la historia de 20 años al lado de “Álvaro”, como prefirió llamar siempre a Joe Arroyo.

Él compuso esa canción –como muchas otras que después serían éxitos– en la casa de ambos sobre la carrera 38 con la 80B, donde todavía vive Mary con Eikol y Nayalibe, las dos hijas de la pareja.

Nadie niega que fue la mejor época en la producción de Joe, desde el año 85 en adelante. Y pese a que fallas de lado y lado los llevaron a la separación, en realidad Joe nunca se ha marchado: están sus congos, sus fotos, la mesa del patio donde se reunían con Chelito De Castro, cuatro noches seguidas, para pulir melodías.

La musa no tenía fecha para aparecerse. Cualquier noche, él salía disparado de la cama nupcial y tomaba el primer papelito a su alcance para escribir la letra. Y después buscaba la grabadora para registrar cada tarareo. En eso podía tomarse dos jornadas, siempre de noche.

Después aparecía Chelito, y más adelante, los músicos de su orquesta ‘La Verdad’, que le ayudaban a incorporar la percusión.

Eran jornadas exigentes, recuerda Mary, en las que los horarios se trastocaban, y mientras las niñas jugaban con las barbies en el cuarto hasta las 4 a.m., Joe apretaba a sus músicos hasta la misma hora.

Muchas veces le tocó a ella en la madrugada preparar viuda de bocachico para que Joe comiera. “Mi Mary, si no fueras mía, yo no sé qué haría sin ti”, le diría él en aquella canción.

Muy 'tragao' de su patria chica

“Mijita, estoy componiendo una canción bien bacana”, le dijo Joe Arroyo a su esposa Mary Luz Alonso. Ella lo había visto abandonar la cama de un brinco para irse a la sala a escribir en una pequeña libreta que había conservado de un hotel.

Pocos minutos después, la tarareaba frente al micrófono de la grabadora. A los cuatro días ya era una pista en un casete con la ayuda del piano de Chelito De Castro. Sólo entonces, les preguntó a todos qué les parecía. La aprobación fue unánime. “Mijita -le dijo a Mary Luz-, esto es un batazo.

Y no se equivocó. La canción ‘En Barranquilla me quedo’, que es su más reconocido homenaje musical a la ciudad, le permitió sentenciar, de paso, que jamás se íría de aquí.

La letra, sin embargo, se venía cocinando por años. Cuando Joe veía a Barranquilla a lo lejos, ya sea desde el avión o la ventanilla del carro, decía: “Yo si quiero a Barranquilla, carajo. Me regaló una mujer y una hija”. Eran los tiempos en que sólo tenían a Eikol, porque Nayalibe nació cinco meses antes de la grabación del tema.

“Esta ciudad recibió a Joe y lo apoyó. ¿Como no quererla? Él estaba tragao de Barranquilla”, dice Mary Luz.

Boquita salá fue la conexión


Dos días antes de empezar a grabar su álbum ‘Fuego en mi mente’, que incluiría el tema ‘En Barranquilla me quedo’, Joe Arroyo asistió, en Soledad, al sepelio de Francisco ‘Pacho’ Galán. Fue con su esposa de entonces, Mary Luz Alonso, y su arreglista de cabecera, Chelito de Castro.

“Se fue uno de los grandes pilares de la música”, repetía Joe a quienes le preguntaban sus impresiones por la muerte del maestro, ocurrida en Barranquilla el 21 de julio de 1988. Estuvo hasta el último instante y apenas habló para darle el pésame a Armando, el hijo de ‘Pacho’.

Chelito interpretó el momento. Comprobó que los dos músicos estaban conectados. Por eso, cuando le tocó el turno a la canción en los estudios Fuentes en Medellín, incorporó, dándole la palabra a su piano, un fragmento del estribillo de ‘Boquita Salá’ de ‘Pacho’: “El sabor de tu boca fresca quiero llevar en la memoria...”.

Publicado en ADN Barranquilla
26 de julio de 2012



Wednesday, July 25, 2012

El sofá infiel de Bordieu

Por: Javier Franco Altamar


En esto de la prohibición de bailes y verbenas hay unos aspectos que no se han examinado bien, o se ignoran adrede.

Por un lado, el remedio tiene un gran parecido con el del caballero que vendió el sofá porque comprobó que era el escenario donde su esposa le era infiel.

En el caso que nos ocupa, el problema que se trata de solucionar es la violencia. El argumento es que en los entornos de verbenas y picós se construyen escenarios de inseguridad, y la solución pasa por vender el sofá... ¡perdón!, por prohibir esos picós.

Salvo lo que ya comenté en un columna pasada relacionado con el poder de los altos volúmenes y con el cargamento de tradición, no veo en el picó algo distinto de un papel circunstancial que no alcanza a graduarse como causa.

De pronto la comparación cabría mejor para otra cosa, pero el mismo cuchillo que se usa para cortar un pastel de bodas podría usarse, tranquilamente, para degollar a la novia. En ese caso, la culpa jamás será del cuchillo, que es tan inocente como el sofá de la otra historia.

El otro aspecto se relaciona con lo que el sociólogo Pierre Bordieu concibe como los ajustes propios de las clases dentro de un espacio social, entendido éste como un sistema de diferencias jerarquizadas.

En este sentido, las clases que tienen la sartén por el mango tienden a excluir, con medidas, las prácticas de las otras que se les contraponen en el sistema: eso es lo ‘natural’, digamos.

No de otra forma se entiende que en el norte de la ciudad se den las mismas situaciones complicadas en torno a bebederos y altos volúmenes, pero que para allá ni siquiera se mire.

Publicada en ADN Barranquilla
Julio 25 de 2012

Tuesday, July 24, 2012

La chica de los huecos hondos


Un buen ejemplo del correcto uso del narrador en segunda persona

Por: Paola López Giraldo
Estudiante Periodismo IV
Uninorte



Te conocía de antes, solo de nombre, Carolinne Jeannette Guzmán Huertas, te conozco como “la chica que viene de Estados Unidos, la americana, la yanqui, la New Yorkina, la extranjera, ‘la nueva’, tú sabes qué tan bueno puede llegar a ser esa “chica” o que tan malo puede serlo, sobre todo ante la vista de todo el que te rodea.

Te conocía de antes, solo de nombre, puede que tu nombre tenga aire americano, pero tu apellido… tu apellido delata lo latina que puedes llegar a ser, solo ver tu pelo, antes ensortijado, bajo la capa de una keratina, tu cabello negro, ahora liso cayendo sobre tus hombros y tus rasgos casi indios, muy sudamericanos, te controla.

Ahora cantas una, dos, tres canciones, cada una escrita, tocada y cantada en inglés. “Ah, ah, I love you like a love song baby” con cada nota y palabra comienzas a estar poseída por un romance entre la música y tú, cantas, saltas, vibras e imaginas junto a esos huecos hondos que se marcan en tus mejillas que van tomando forma sonriendo y cantando.

Te marchas con ello, te marchas como cada vez que te mudas al condado de Queens en el estado de New York, a Manhattan, a Miami, a California o en últimas… a Colombia, no contabas con ello ¿Verdad? Aun así, te marchas y te encanta.

Te encanta repartir esas miguitas de ti por todas partes, no importa: eres como las palomas que migran de puerto en puerto, de ciudad en ciudad, eres libre, en tu modo. Tal vez por eso ames tanto a New York, porque tiene cada partecita, cultura, sociedad del mundo en su propio estado, tiene tanta diversidad cultural que pareciese que no tuviera identidad propia, pero eso es lo que amas.

Aun así te marchas, y repartes esas migas de ti no solo en lugares sino en todos, abrazas al profesor Javier Franco Altamar y te aseguro, Carolinne, que es uno de los abrazos más sinceros que le darán. Eres una repartidora de abrazos, de besos y sobre todo… de dientes pelados que forman unos hermosos huecos hondos en tu mejilla, solo sonríes con sinceridad y es eso lo que más valoras en tu vida.

Tal vez por eso, el cambio te sienta incómodo, y es que pasar de una ciudad americana a Barranquilla además de que no es fácil, es otro mundo, otro contexto, otro universo. Y hablas de hipocresía, de la diferencia de esta entre Estados Unidos y Barranquilla. Tu cara ha cambiado ahora no están esos huecos, en vez de ellos tu ceño se frunce y tus lunares se acentúan y adornan tu expresión de adolorida.

Hablas de la hipocresía frentera entre los americanos y de la hipocresía a espaldas entre los barranquilleros, hablas de apariencias en Barranquilla y por ende, de tener un bajo perfil y de lo importante que es mantener un status social en USA, aunque sea ilógico extrañas esa hipocresía frentera. “¿Tu crees que en New York yo podría vestir así?” lanzas al aire la expresión, te miras de pies a cabeza y te das cuenta de que llevas un short, una blusa de tiras y unas sandalias, nada más, y esta vez… te ríes.

Enero de 2012

El encanto de llegar en tren a Bocas de Ceniza



Por: Javier Franco Altamar


La señora Paulina Pulgarín, una paisa que por primera vez se daba el paseo por Bocas de Ceniza, no salía de su asombro: mientras más se internaba en el tajamar occidental, más se emocionaba y a la una de la tarde era una de las seis personas sentadas a lo alto de la enorme piedra final.

El plan turístico podría ser mejor, pero las condiciones de los últimos 500 metros no lo permiten, ni siquiera la vía férrea por la cual se desplazan los vehículos adaptados como ‘trencitos’ y que avanzan impulsados por motobombas acondicionadas.

Pero ella se estaba divirtiendo, lo mismo que sus nueve acompañantes, entre los que estaban su hija, María Islenis Fernández, y el esposo de esta, Fredy Zapata. Él también es de Medellín, pero trabaja en Barranquilla hace siete años en el sector de la construcción.

“Es la cuarta vez que vengo. La primera fue para conocer, pero ahora lo hago para desestresarme y hacer un cambio de rutina”, dice él, a bordo del ‘trencito’, esperando a que se llene y arranque con sus 20 ocupantes.

Son seis los ‘trencitos’ afiliados a una asociación bautizada ‘Asoecotur’, sincronizados de tal forma que basta un transbordo en el balneario de Puerto Mocho para cubrir el viaje, que toma media hora entre el cordón de restaurantes de Las Flores y la imagen de la Virgen de la Medalla Milagrosa.

En ese punto, donde todavía se ven los restos de una antigua casa de pilotos, la vía se bifurca, pero la línea que debía seguir hasta la punta se interrumpe y lo que viene después es un camino predominante de piedras que van creciendo a medida que se acerca el encuentro del río con el mar.

Durante el anterior puente festivo los trenes no daban abasto: transportaban hasta 30 personas en un viaje.

Negocios venden más en fin de semana

Cuando los turistas descienden del tren en el tajamar, lo primero que encuentran es el negocio ‘Sol y Mar’ de Manuel Jiménez, ubicado allí hace 24 años. “Abro todos los días, pero cuando no es fin de semana me voy de pesca”, asegura.

Una escala segura para quienes van en carro es Puerto Mocho, donde antes de tomar un chance en el ‘trencito’ los recibe Carlos Hurtado en su negocio. “Este es el paraíso, hermano”, dice él.

Publicado en ADN Barranquilla
Julio 23 de 2012

http://diarioadn.co/barranquilla/mi-ciudad/tren-tur%C3%ADstico-a-bocas-de-ceniza-1.13171

Wednesday, July 11, 2012

‘Asilotón’ para que el San José no fallezca


Por: Javier Franco Altamar


Ya probaron con la venta de bolis y con bingos, pero los ingresos no dan para mantener en funcionamiento el Asilo Hogar Granja San José.

Por eso, las Hermanitas Amigas de los Pobres de San Pedro Claver, comunidad religiosa que administra este hogar de ancianos, le está apostando ahora a un ‘Asilotón’.

Para seguir operando y brindarles calidad de vida a los 98 ancianos que alberga, el asilo requiere de 1,2 millones de pesos al mes por cada uno de ellos, asegura su directora, la hermana Matilde Arteaga, y se necesitan 600 millones de pesos para terminar bien el año: eso es lo que está en veremos.

El dinero que recibía el hogar desde la Alcaldía Distrital por concepto de la Estampilla Pro Ancianos fue recortado, y la Gobernación dijo que para este año no hará aportes sobre el entendido de que un rubro de esa naturaleza es responsabilidad de las alcaldías municipales. Lo otro es que la lista de bienhechores no es grande.

Entonces toca buscar el dinero por otro lado para conservar el hogar.

La hermana Matilde asegura que la comunidad a la que pertenece hace, por supuesto, su aporte, pero el déficit es grande. “Aspiramos a recoger, aunque sea, mil millones de pesos, y empezamos bien porque tan pronto iniciamos la campaña comenzaron a vincularse varias empresas”, dijo la religiosa.

También se aspira a recoger lo suficiente para empezar una adecuación de infraestructura de acuerdo con las normativas para un establecimiento de este tipo, y construir nuevas habitaciones para recibir más ancianos y para poder ubicar a algunos de los actuales en solitario, como los enfermos de Alzaheimer, que requieren de privacidad.

El ‘Asilotón’ fue lanzado ayer por la mañana en el Hotel Howard Johnson, uno de los establecimientos de la ciudad que anunció su apoyo de inmediato.

El cierre de la colecta será el 19 de agosto en la sede del hogar en la calle 30 con carrera 1, donde habrá una tarima con presentaciones musicales y folclóricas, y en torno a la cual se realizará un festival gastronómico.

“El progreso de nuestro país se lo debemos a los ancianos. Ellos son Colombia, le dieron su grandeza y ahora están muy solitos, entonces ayudémoslos”, dijo la hermana Matilde.

Eslogan hecho entre todos

La estrategia de solidaridad ‘Todos estamos en el mismo viaje’ (como fue bautizada), fue construida, incluso, con la colaboración de los mismos ancianos. El afiche principal muestra a un grupo de adultos mayores en la canastilla de un gran globo flotante.

Antonio Rodríguez, de 69 años, quien lleva ocho meses en el asilo, fue el autor del slogan que identifica la campaña.

“Me nació en una conversación con la doctora Viviana (Viviana López, fisioterapeuta del asilo), ella me mostró un dibujo y me inspiré en él para la idea del globo. Luego tuve en cuenta la experiencia que he tenido y llegué a la conclusión de que todos estamos en el mismo viaje”, asegura.

Es un viaje hacia el futuro, así parezca que todos estos ancianos están al final de sus existencias, dice Rodríguez. “Este hogar ha sido para nosotros un lugar donde hemos encontrado no sólo una mejor vida en esta última etapa, sino toda una escuela”, dijo.

Agregó que a diario están aprendiendo porque todos comparten lo que cada uno ha acumulado en su propia vida, “y cada cual va llegando a conclusiones”, aseguró.
Y añadió: “Los seres humanos fuimos creados para vivir, por eso necesitamos ayuda”.

Publicado en ADN Barranquilla,
Julio 11 de 2012


El egoísmo, eso que nos distingue

Por: Javier Franco Altamar

Si lo pensamos bien, lo que nos ha marcado siempre como especie dentro de esta naturaleza cultural que nos agrupa, no es la inteligencia, sino uno de sus resultados: el egoísmo.

Reflexionemos: cada quien jala para su lado, y salvo alguno que otro santo o filántropo, en la balanza pesa más el beneficio propio que el grupal. Sin embargo, es evidente que cuando los miembros de una comunidad actúan más en el beneficio general que en el particular, luce un poco más sólida.

Por eso es más sencillo de lo que parece entender al que vende el voto a cambio de unas tejas onduladas o al barón electoral que le apunta a ganador cuando expresa sus apoyos.

Esto se entiende mejor yendo a los extremos: en las comunidades de los grandes simios, hay un macho dominante, el más fuerte, y ese es el que tiene derecho a copular con las hembras. Y entre las arañas, hay una que se come a su pareja macho luego de copular.

Si estas cosas pasaran entre los humanos, resultarían insólitas, es claro, pero desde la perspectiva animal, se entienden como programaciones que garantizan el vigor y la prolongación de la especie: no es el individuo particular lo importante.

No puedo evitar, entonces, recordar la película ‘El planeta de los simios’ de 1968. En los estertores de la cinta, el doctor Zaius, defensor de la fe, atado y sometido, le dice a Taylor, el humano protagonista, algo como para pensar: “El hombre debe ser una criatura belicosa que batalla contra todo lo que lo rodea, incluso contra sí misma”, claro, porque es egoísta...

Columna 'Pura franqueza'
Publicada en ADN Barranquilla,
Julio 11 de 2012

El arboreto, un sueño que se está perdiendo


Por: Javier Franco Altamar



El empresario David Ghisays Farah, responsable de que ese bosque de árboles frutales fuera posible, estaba más golpeado que de costumbre.

Ayer, luego de varios años de no haberlo recorrido, lo encontró más descuidado de lo que esperaba, con algunos árboles muertos y con ejemplares del frágil neen donde antes hubo mangos, ciruelos y nísperos.

Ese 'arboreto', concebido en 2001 como destino de excursiones escolares para entrar en contacto con especies nativas frutales, algunas de ellas en peligro de extinción, hoy se ha convertido en refugio de gamines y atracadores por las noches.

Cuando lo promovió, Ghisays era de miembro de la Junta Directiva de la CRA en representación del sector privado, y desde allí se lo puso al hombro. requirió de un
trabajo en viveros y la preparación de una monografía hecha por él mismo.

Está sobre la vía Oriental, acceso al aeropuerto Ernesto Cortissoz, ocupando 30 hectáreas. Su población la componen unos 700 árboles de 48 especies y, en su momento, le costó a la Corporación Regional Autónoma (CRA) 45 millones de pesos.

Para su mantenimiento, se contó con el concurso inicial de la Sociedad de Aeropuertos del Caribe (Acsa), que operó hasta comienzos de año el Cortissoz. Fueron unos cinco años iniciales durante los cuales todo funcionó bien, y aunque no se construyó un muro límite, como lo concebía el proyecto, por lo menos se instaló un enmallado.

"Pero Acsa lo fue dejando un lado, se descuidó, quedó sin dolientes y los gamines y delincuentes comenzaron a hacer de las suyas para apoderarse de los frutos. Ahora es doloroso verlo", dice Ghisays.

Publicado en ADN Barranquilla
Julio 10 de 2012

Lágrimas y ruegos en comienzo del desalojo



Por: Javier Franco Altamar


Desde el 8 de enero se la jugaron y casi en bandada se tomaron el lote.

Edith Pedroza recuerda que ese era un terreno baldío que sólo servía de refugio de delincuentes, pero que ella y otras miles de personas le dieron vida, “y ahora resulta que sí son valiosos e interesantes, y nos quieren sacar”, sostiene entre lágrimas.

El pasado lunes comenzó el desalojó que se tomará tres días como plazo para que no quede ni un alma en ese sector del barrio Villa Esperanza, de la finca 'El Gladiador', más conocido como la ‘Tierra Prometida’, y donde unas 500 familias de diversa procedencia, armaron un asentamiento de casas de madera.

El proceso de desalojo, en atención a un reclamo de Inversiones Cobos Cuéllar que aparece como propietario, se anunció desde enero 19, pero se había venido aplazando por las tutelas de los mismos invasores que buscaban explorar posibilidades de diálogo para comprar los lotes respectivos de manera cómoda y a largo plazo.

La orden de desalojo lleva la firma de Luz Helena Restrepo, Secretaria de Gobierno de Malambo, quien espera haber acabado así, de paso, con un aparente foco de inseguridad, no sólo reflejado en las quejas de los barrios vecinos a la invasión, sino en las estadísticas de la Policía que dan cuenta de hurtos, capturas e incautaciones en la zona.

Ayer, luego de la aparición de varios piquetes del escuadrón Esmad, patrulleros regulares, bomberos y hasta unidades de la Defensa Civil, comenzó a darse el desalojo que algunos asumieron sin oponer resistencia, pero que en otros casos, derivó en escaramuzas.

El pastor evangélico Jaiser Orozco, quien ha prestado su guía espiritual desde el principio, habló en nombre de esas personas y dijo que si bien reconocen la condición de bien privado de ese lote, también es cierto que los invasores han estado siempre en disposición del diálogo.

Si bien ya ayer mismo muchas familias desarmaron sus casuchas y se marcharon, muchas otras, como Karina Figueroa, madre de tres niños y esposa de un albañil, decidieron quedarse a dormir allí a la buena de Dios.

“Yo quiero que ustedes hagan una investigación a fondo por si aquí hay algo torcido, salga a la luz y a nosotros puedan darnos una vivienda”, sostuvo ella.

La versión que ellos manejan es que ese terreno lo quieren presentar ante el Gobierno para que allí se apruebe, en el futuro, un proyecto de vivienda prioritaria gratis para los más pobres, y ellos lo son.

Publicado en ADN Barranquilla,
Julio 10 de 2012

Lenguaje de picó, juego de poder

Por: Javier Franco Altamar


De una forma o de otra, en algún momento de nuestras vidas, tenemos el sartén por el mango, es decir, el poder; y sea porque nos vino en suerte o porque lo ganamos, y una de las maneras que nuestra sociedad costeña ha encontrado para expresarlo es con la música a todo volumen.

El poder es control, y aunque no siempre viene por méritos, suele ostentarlo quien es capaz de vencer a otro. Una forma de vencerlo, según el entendido en algunos sectores populares, es someterlo, imponerle la música en altos volúmenes, ocupando, con el escándalo propio, todos los espacios del oído del otro (nada menos que uno de los cinco sentidos) para ni siquiera dejarlo pensar.

Los dueños de picós lo saben. O de pronto no lo saben, sino que les parece natural porque lo toman de una cotidianidad en la que cualquier oposición o reflexión es asumida como posición de sapo, de enemigo o de una persona rara en el menos peligroso de los casos.

Si sometiéramos a algunos dueños de picós a un análisis sicológico, encontraríamos otros detallitos: que poner música a todo volumen, como suelen hacerlo sacando el equipo a mitad de una calle peatonal, puede resultarles una terapia.

"Escuchar algo a mucho volumen nos obliga a no escuchar nada más, ni siquiera nuestros pensamientos para no recordar los problemas", me dijo un amigo sicólogo.

Y otra cosita: que usan la música para insultar o decir verdades con las letras de las canciones. Por eso, nunca deja de faltar en ellas la palabra 'cachón'.

Columna 'Pura Franqueza'
Publicada en ADN Barranquilla
Julio 4 de 2012

Se muere el distrito de riego en Repelón

Por: Javier Franco Altamar



De las siete bombas instaladas hace medio siglo para surtir el distrito de riego de Repelón, centro del Atlántico, apenas están funcionando dos.

El agua que sacan del embalse de El Guájaro y envían hasta la dársena de distribución, apenas alcanza para mandar algo hacia al sur por los 12 kilómetros del 'canal superior', y otro poco por los 11 kilómetros del 'inferior' hasta más allá de la frontera con Bolívar por Arenal.

Pero no viaja con mucha fuerza. Con el agravante de que en su recorrido, el canal 'inferior' surte de agua el acueducto de Repelón, donde se suponía que la ubicación de una motobomba era provisional motivada por la emergencia del Canal del Dique, pero va a cumplir dos años y nada que la mueven.

Es crítica, entonces, la situación en el distrito de riego, llamado a apoyar la producción en esa gran despensa agrícola del Atlántico, pero que está viendo morir los cultivos de arroz, los de tomate y los de yuca industrial.

La aparición en escena de los TLC con Estados Unidos y Corea prendió las alarmas en la zona: el destino es incierto.

Omar Almanza Polo, miembro líder del Comité de Veeduría Ciudadana y Control Social de Repelón, asegura que así las cosas se viene lo peor para esta región bendecida por la naturaleza, pero a la cual los gobiernos no le prestan ninguna atención.

Julio César Solano Peter, con 25 años en el cultivo de arroz, dice que hasta hace dos años llegó a haber 800 hectáreas de este cereal en la zona. Ahora, cuando mucho, se alcanzan las 150 con la poca agua que llega.

El tomate, que según Solano prácticamente 'llovía' en otras épocas, llegaron a cultivarse 1.300 hectáreas, pero hoy, si acaso hay 10. En plátano se cultivaban hasta mil hectáreas, pero lo único que hay ahora es un proyecto privado que quiere apuntarle a 120 hectáreas.

La ganadería está en jaque, pues no se producen más de tres litros al día por vaca, cuando las exigencias de un Tratado de Libre Comercio obliga a pensar en 10 litros diarios.

Publicado en ADN Barranquilla,
Julio 3 de 2012

Friday, July 06, 2012

La de Camacho, una ciénaga que desapareció

Por: Javier Franco Altamar



Ya pasó una vez y fue por lo mismo: una combinación entre los caprichos de la naturaleza y la intervención humana representada en la búsqueda de espacios para abrirle camino a la actividad empresarial.

Fue la ciénaga de Camacho, llamada así por el asentamiento indígena primigenio que dio paso al sitio de libres de donde surgió la Barranquilla que heredamos. Fue la misma ciénaga en torno a la cual se configuró una dinámica comercial donde las barrancas jugaban papel fundamental, y de lo que apenas tenemos ahora, como vestigio de lo que fue, las actuales sucias corrientes del caño, y la quietud putrefacta frente a donde funcionó la Intendencia Fluvial.

Esa ciénaga no se menciona como mucha claridad en los libros de historia. Su existencia se confunde con la de los caños, de los cuales se sabe que eran anchos y profundos, y que el del Mercado, último de los vestigios de la ciénaga, llegó incluso a ser cegado para habilitar terrenos a la construcción, pero que luego fue reabierto con las dimensiones que presenta hoy.

Los actuales puentes a través de los cuales se llega a la Barranquillita de hoy, que en su momento fue una isla, (carreras 43, 44 y 46) le dieron el zarpazo definitivo a ese sistema acuático, porque los construyeron con un gálibo ridículo por donde no cabe ni una canoa; y si antes era más difícil reconocer la apariencia de la ciénaga, ahora lo es aún más.

Eso fue los años 30 del siglo pasado, nos recuerda el historiador Porfirio Ospino Contreras, porque, luego de desaparecida la navegación comercial por el río, tocaba unir a Barranquillacon la urbanización industrial que se construyó al lado del nuevo terminal, es decir, el puerto que reemplazó al muelle de Puerto Colombia y que actualmente es operado por la Sociedad Portuaria Regional.

La referencia gráfica de lo que fue esa ciénaga es una pintura de José Martín Tatis elaborada en 1874. El punto de vista está en la orilla oriental, donde hoy queda Barranquillita, y desde allá puede verse la ciudad con las mismas proporciones que se ve hoy desde la isla de Salamanca.

Una investigación realizada por Armando Arrieta Barbosa y Ruth Hernández Arévalo, publicada a manera de libro en el 2007 (Los inicios de Barranquilla) logran la mejor aproximación hacia lo que significó esta ciénaga y sus dimensiones.

Un reporte de un censo realizado en 1772 por Diego de Peredo, al relacionar a Barranquillade San Nicolás (como ya se llamaba el poblado) afirma que estaba ubicado en la orilla de “una ciénaga o caño del río de la Magdalena”.

En 1839, nos recuerdan Arrieta y Hernández, Juan José Nieto asegura que la ciudad “está situada en la margen occidental del río Magdalena sobre una espaciosa ciénaga que comunica este río” más o menos por donde está hoy el Mercado.

Y según los cálculos realizados con base en varios documentos que daban cuenta de transacciones a finales del siglo XIX, puede estimarse que llegaba hasta la calle 31, y se echa un poco más atrás, puede incluso ubicarse su extremo occidental en el Paseo Bolívar. La gran bahía que se puede ver en algunas fotos de la Intendencia Fluvial de principios del siglo XX da otra idea de sus límites al norte.

Según se sabe, el caño de Soledad, que pasaba cerca de la actual calle 17 o Viejo Camino, era el surtidor principal desde el río, y se encontraba con Caño Arriba justo antes de entrar a la ciénaga cerca de los que es hoy la carrera 39.

Las aguas de la ciénaga retornaban al río por el norte a través del caño de Veranillo, conocido después como el de las Compañías, en el punto donde estuvo el edificio de la Intendencia Fluvial.

Con el paso de los años, el sedimento del río, que entraba por los caños a la ciénaga, fue creando pequeñas franjas que transformaron el cuerpo de agua en varias corrientes separadas, con efectos muy fuertes hacia las Compañías también, que dieron paso a la Isla La Loma.

Incluso, el barrio Barlovento está sobre lo que fue un amplio espacio del muelle contiguo al patio de trenes de la Aduana, lo que habla del desplazamiento del río hacia su derecha, y la aparición de la Loma.

A este proceso natural, que se vio favorecido por las corrientes en suspensión que traían los caños Arriba y Soledad, se le sumó la intervención humana en el periodo colonial tanto a través de proyectos particulares, como de obras de ingeniería planeadas por la Administración municipal.

Se sabe, por ejemplo, que en 1871 se promovió la construcción de un terraplén 20 metros al interior de la ciénaga para construir una fábrica de aguardiente; y se tiene un registro de la construcción de un terraplén para evitar inundaciones al occidente del caño del Mercado.

Publicado en ADN-Barranquilla
Julio 6 de 2012