Thursday, July 26, 2012

Joe sigue cantando en los recuerdos de Mary




Por: Javier Franco Altamar


En ‘Mi Mary’, la emblemática canción del amor que se tuvieron, Joe le pregunta, una y otra vez, si se acuerda “de aquel día”.

Y nunca lo va a olvidar. Ese 28 de enero, ella y una amiga lo vieron tocar en la caseta ‘La Puya Loca’ del barrio Los Pinos. La amiga ya era novia del entonces corista Checo Acosta, y para Mary Luz Alonso comenzaba la historia de 20 años al lado de “Álvaro”, como prefirió llamar siempre a Joe Arroyo.

Él compuso esa canción –como muchas otras que después serían éxitos– en la casa de ambos sobre la carrera 38 con la 80B, donde todavía vive Mary con Eikol y Nayalibe, las dos hijas de la pareja.

Nadie niega que fue la mejor época en la producción de Joe, desde el año 85 en adelante. Y pese a que fallas de lado y lado los llevaron a la separación, en realidad Joe nunca se ha marchado: están sus congos, sus fotos, la mesa del patio donde se reunían con Chelito De Castro, cuatro noches seguidas, para pulir melodías.

La musa no tenía fecha para aparecerse. Cualquier noche, él salía disparado de la cama nupcial y tomaba el primer papelito a su alcance para escribir la letra. Y después buscaba la grabadora para registrar cada tarareo. En eso podía tomarse dos jornadas, siempre de noche.

Después aparecía Chelito, y más adelante, los músicos de su orquesta ‘La Verdad’, que le ayudaban a incorporar la percusión.

Eran jornadas exigentes, recuerda Mary, en las que los horarios se trastocaban, y mientras las niñas jugaban con las barbies en el cuarto hasta las 4 a.m., Joe apretaba a sus músicos hasta la misma hora.

Muchas veces le tocó a ella en la madrugada preparar viuda de bocachico para que Joe comiera. “Mi Mary, si no fueras mía, yo no sé qué haría sin ti”, le diría él en aquella canción.

Muy 'tragao' de su patria chica

“Mijita, estoy componiendo una canción bien bacana”, le dijo Joe Arroyo a su esposa Mary Luz Alonso. Ella lo había visto abandonar la cama de un brinco para irse a la sala a escribir en una pequeña libreta que había conservado de un hotel.

Pocos minutos después, la tarareaba frente al micrófono de la grabadora. A los cuatro días ya era una pista en un casete con la ayuda del piano de Chelito De Castro. Sólo entonces, les preguntó a todos qué les parecía. La aprobación fue unánime. “Mijita -le dijo a Mary Luz-, esto es un batazo.

Y no se equivocó. La canción ‘En Barranquilla me quedo’, que es su más reconocido homenaje musical a la ciudad, le permitió sentenciar, de paso, que jamás se íría de aquí.

La letra, sin embargo, se venía cocinando por años. Cuando Joe veía a Barranquilla a lo lejos, ya sea desde el avión o la ventanilla del carro, decía: “Yo si quiero a Barranquilla, carajo. Me regaló una mujer y una hija”. Eran los tiempos en que sólo tenían a Eikol, porque Nayalibe nació cinco meses antes de la grabación del tema.

“Esta ciudad recibió a Joe y lo apoyó. ¿Como no quererla? Él estaba tragao de Barranquilla”, dice Mary Luz.

Boquita salá fue la conexión


Dos días antes de empezar a grabar su álbum ‘Fuego en mi mente’, que incluiría el tema ‘En Barranquilla me quedo’, Joe Arroyo asistió, en Soledad, al sepelio de Francisco ‘Pacho’ Galán. Fue con su esposa de entonces, Mary Luz Alonso, y su arreglista de cabecera, Chelito de Castro.

“Se fue uno de los grandes pilares de la música”, repetía Joe a quienes le preguntaban sus impresiones por la muerte del maestro, ocurrida en Barranquilla el 21 de julio de 1988. Estuvo hasta el último instante y apenas habló para darle el pésame a Armando, el hijo de ‘Pacho’.

Chelito interpretó el momento. Comprobó que los dos músicos estaban conectados. Por eso, cuando le tocó el turno a la canción en los estudios Fuentes en Medellín, incorporó, dándole la palabra a su piano, un fragmento del estribillo de ‘Boquita Salá’ de ‘Pacho’: “El sabor de tu boca fresca quiero llevar en la memoria...”.

Publicado en ADN Barranquilla
26 de julio de 2012



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