Wednesday, July 11, 2012

Lenguaje de picó, juego de poder

Por: Javier Franco Altamar


De una forma o de otra, en algún momento de nuestras vidas, tenemos el sartén por el mango, es decir, el poder; y sea porque nos vino en suerte o porque lo ganamos, y una de las maneras que nuestra sociedad costeña ha encontrado para expresarlo es con la música a todo volumen.

El poder es control, y aunque no siempre viene por méritos, suele ostentarlo quien es capaz de vencer a otro. Una forma de vencerlo, según el entendido en algunos sectores populares, es someterlo, imponerle la música en altos volúmenes, ocupando, con el escándalo propio, todos los espacios del oído del otro (nada menos que uno de los cinco sentidos) para ni siquiera dejarlo pensar.

Los dueños de picós lo saben. O de pronto no lo saben, sino que les parece natural porque lo toman de una cotidianidad en la que cualquier oposición o reflexión es asumida como posición de sapo, de enemigo o de una persona rara en el menos peligroso de los casos.

Si sometiéramos a algunos dueños de picós a un análisis sicológico, encontraríamos otros detallitos: que poner música a todo volumen, como suelen hacerlo sacando el equipo a mitad de una calle peatonal, puede resultarles una terapia.

"Escuchar algo a mucho volumen nos obliga a no escuchar nada más, ni siquiera nuestros pensamientos para no recordar los problemas", me dijo un amigo sicólogo.

Y otra cosita: que usan la música para insultar o decir verdades con las letras de las canciones. Por eso, nunca deja de faltar en ellas la palabra 'cachón'.

Columna 'Pura Franqueza'
Publicada en ADN Barranquilla
Julio 4 de 2012

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