Monday, August 31, 2009

Buenos vientos para la energía de la Costa


Con molinos criollos se podría generar en sitios apartados.









JAVIER FRANCO ALTAMAR
Barranquilla


Antonio Ovalle Cotes es de los pocos mortales que ven de otra forma los vientos locales. Mientras unos lamentan sus techos destrozados y otros se quejan del frío taladrante, a él lo trasnocha la certidumbre de que se están desperdiciando 500 watios hora por metro cuadrado.

Según sus cálculos, esa es la cantidad de energía concentrada en los 12 metros por segundo con que soplan las brisas de la ciudad por estos días. “Multiplique eso por los 150 kilómetros cuadrados de Barranquilla y tendremos una cifra colosal”, dice mirando hacia el cielo desde una banca en la Plaza de la Aduana. A su espalda, un árbol de almendra zumba con el viento.

Ovalle Cotes, de 53 años, no es ingeniero electricista, sino tecnólogo forestal, pero desde hace 25 años, por una razón que no recuerda, se sintió atraído por el tema de la energía renovable, y se enfocó en el viento como materia prima.

En ese entonces, el Internet ni se asomaba por su estudio, de manera que le tocó echar mano de unos libros franceses para aprender la teoría de los molinos de viento. “Y los sigo consultando porque el Internet, de todos modos, es muy superficial”, añade.

La energía eólica no es nueva en el país. De hecho, las Empresas Públicas de Medellín tienen un parque en La Guajira desde hace cinco años. Allí están generando de manera experimental con molinos alemanes mientras descifran el ciclo climatológico, pero, según Ovalle, la mirada es a la exportación.

Por eso él se inventó su propio molino, y encontró en Incubar del Caribe el apoyo para traducir sus dibujos en un modelo de aluminio y acero. Así concretó, en el 2004, su mapa de los vientos de la Costa, y diseñó el software de los perfiles aerodinámicos.

Hoy tiene el prototipo en su casa del barrio Los Robles: un pequeño molino con el que se podría generar lo suficiente para la iluminación de una casa, el computador, el televisor y hasta la nevera.

Ya se requeriría de un poco más de potencia para soportar la plancha, la licuadora o la lavadora.

US$ 90 mil dólares para comenzar el proyecto

Antonio Ovalle conoce al dedillo el comportamiento de los vientos en la Costa, y está listo para entrar en contacto con inversionistas para realizar su sueño.

“El problema de la energía eólica es que demanda estudios de largo plazo; pero yo ya me ocupé de todo eso”, asegura.

El molino de Ovalle costó unos dos millones de pesos, y es capaz de generar energía andando a menor velocidad que los importados y –lo que es mejor–, se inclina cuando el viento es huracanado, usando estrictamente el necesario para seguir generando: eso no lo puede hacer el importado, que debe frenarse porque no está diseñado para esos vientos fuertes.

Su apuesta, para iniciar, serían territorios insulares o poblaciones fuera del alcance de las redes nacionales. Él estima que con 90 mil dólares (unos 230 millones de pesos), se podría habilitar una granja de 45 molinos para servir a 2.000 habitantes.

“La ventaja es que se paga en cinco años y dura 50 más”, dice. Lo único importado, por ahora, sería un imán. El resto de los materiales se consigue en Colombia, lo mismo que el elemento humano suficiente y adecuado para atender cada parte del proceso.
Serían cinco meses del año durante los cuales se generaría únicamente con el viento. En el resto, podría usarse Acpm, pero así visto, ya es bastante la ganancia.


El apunte
Un proceso a varios pasos en el molino

El viento tiene energía lineal y pulsante; la hélice la transforma en energía rotativa; el generador la convierte en energía alterna variable; la rectificadora la vuelve continúa, pero variable; y el regulador la vuelve continua estable y le da el voltaje de operación. Un inversor la sube o la baja.


Lunes 9 de marzo de 2009