Friday, February 05, 2016

10 congos de oro a punta de repelencias

JAVIER FRANCO ALTAMAR


La expresión del Carnaval está cargada de colorido, baile, diversión, creatividad, y, por supuesto, de mucha repelencia.
Tanto la marimonda como el monocuco están asociados, en su historia, A la repelencia. Es repelente, también, el disfraz del hombre velludo y vestido de mujer que pide plata mostrando un hijo de plástico o de trapo. Y son repelentes las letanías, simulación del rezo y la poesía, cuatro líneas de una rima sencilla, con un coro de dos líneas que rematan el apunte gracioso.
“Y también somos repelentes porque repelemos los actos de corrupción y los escándalos”, dice Milton Jiménez, soledeño, de 42 años, director del grupo de letanías que lleva, quizás, el nombre más adecuado y preciso para su especialidad: ‘Los Repelentes de Soledad’.
Ellos llevan 28 años de presencia en el Carnaval de Barranquilla, durante los cuales han ganado 10 Congos de Oro en el Festival de Letanías, y han logrado más de 20 reconocimientos, todos con base en repelencias bien rimadas y conectadas con la realidad.
Los trofeos están el apartamento de Jiménez, barrio Pumarejo de Soledad, y que funge como sede del grupo. El acceso es un pasillo por donde el ‘repelente mayor’, que es un tanto robusto, amenaza con no caber, porque, además,  una de las paredes está ocupada por un estante lleno de placas y reconocimientos
 El polvorín flota en el aire empujado por la brisa y se va pegando a todo cuanto encuentra. Una bicicleta también obstaculiza el paso con sus ruedas polvorientas. Toca sacudir. El fotógrafo estornuda. Estamos en la carrera 15 con la calle 20, un tramo destapado. El apartamento de Jiménez es uno de los tres que resultó de la repartición de la vieja casa de los abuelos.
Los congos permanecen en la habitación que se abre a mitad de camino, sobre un escaparate. Hay ocho, pero dos no son del grupo: uno es de la agrupación infantil de letanías que lidera Andrea, hija de Milton. El otro, de una cumbiamba de la ex esposa del ‘repelente’. ¿Anjá, y los cuatro restantes congos de la agrupación? Jiménez recuerda con gracia lo que, en su momento, le ocasionó una profunda tristeza: aparecieron vuelto pedazos en un basural vecino.
Ese episodio ocurrió pocos días después de haber encargado él un trabajo interno a unos albañiles en el 2010. “Ellos negaron haberlos robado, pero quien haya sido, debió de llevarse un chasco cuando los examinó y se dio cuenta de que no eran de oro, ni siquiera de bronce, sino de porcelanicrón”
Son reconocimiento de toda una vida dedicada a los rezos criticones, groseros y burlones. Ya Jiménez perdió la cuenta de cuántos versos ha creado, pero los más célebres están recogidas en tres discos compactos de venta pública.
Son lo más célebres y ‘decentes’, porque los que tienen ‘presa’ -es decir, los cargados de procacidades-, se reservan para eventos privados, y se dejan palpitando en la cartilla de lectura para cuando el público los pide. “Tenemos rimas bien fuertes; otras no tanto, y unas que no llevan nada de vulgaridad, sino que son jocosas y críticas.  Leerlas dependerá mucho de la audiencia”, sostiene Jiménez.
Esa audiencia, incluso, podría ser de estudiantes en afán de aprender. Se trata, en este caso, de un ambiente muy nuevo donde las letanías han pasado a convertirse en herramientas de aprendizaje, de valoración de las letras a partir de su condición de arte menor. El perfil, a nivel de escuelas, es el de las letanías lúdicas y educativas, que sirven de instrumento, incluso, de transmisión de conocimientos.
Una selección de estas letanías están recogidas en un manual editado en el 2015 a instancias de la Secretaría de Cultura del Departamento. Fue el resultado de una iniciativa de los mismos grupos, partir de los dos gremios que han conformado (Asoglecab de Barranquilla, y Diles, en Soledad), y a través de los imparten instrucción en colegios y organizan competencias con las nuevas generaciones.
Uno de esos torneos tuvo lugar el 21 de agosto del año pasado, en el auditorio de la Normal la Hacienda. Fue el IV Festival Intercolegial de Letanías, durante el cual se mostró el resultado del semillero que están dejando los letanieros con el apoyo de Carnaval S.A. Participaron 10 escuelas del Distrito y otras del departamento.
La esencia de las letanías, sin embargo, está en la crítica picante y en el lenguaje contestatario y crudo que puede rayar en lo obsceno:
Maduro estaba enloqueciendo/y todo el mundo lo sabe/ porque el pendejo andaba viendo/ el pajarito de Hugo Chávez
Y  viene el corito rematador:
En el nido al pajarito/ le veía los huevitos
Es cuando los versos responden al concepto de que los grupos de letanía constituyen “un noticiero de noticias atrasadas”, como dice Jiménez, y les  sacan punta graciosa a los hechos. “El problema es que salga el primer verso: apenas sale el primero, ahí mismo salen los demás”, agrega
Así, también, salen la burla, el apunte preciso que mueve a risa desde lo serio:
Después que la cosa estuvo magra/con tanta eliminación/ Pékerman fue el viagra/que paró a la Selección.
Y luego de varios rezos y coros, el cierre
Viva la Selección Colombia/Viva
Viva el enmaicenado de Pekerman/Viva
Está, por supuesto, el chiste pasado de calibre:
“Cuando Dios hizo al burro/como que lo hizo de mala gana/ en el cuerpo se echó un día/ y en la m… una semana.
En el caso de ‘Los repelentes’, la voz líder y el principal creativo es el propio Jiménez. Los demás, prefieren quedarse como coristas. Y lo hacen tan bien que no tienen necesidad de ensayar. “Y ahora menos, con un carnaval tan corto. Eso va saliendo. Ya tienen experiencia”, dice él.
Por eso, a punta de una excelente coordinación de las rimas y el coro, el vestuario acorde con la personalidad del grupo, la puesta en escena y la dicción, se han ganado el respeto y los premios. “Y tenemos el cuidado de poner las voces graves en el medio del coro, y las más agudas en los extremos, como en herradura, para que haya un balance”, explica.
El último Congo lo ganaron en el Carnaval del 2015, y van confiados hacia el próximo.  Es una historia que va para largo porque si bien algunos de los originales se han marchado, los reemplazos han aparecido de inmediato en parientes cercanos. Hoy, ‘Los Repelentes’ son, además de Milton, Brayan Gastelbondo, Neyer Noriega, Juanfer Torres, Edgardo Jiménez, Johnatan Sandoval y Edinson Sandoval.
“Algunos se han apartado al verse mayorcitos, pero para eso está el relevo generacional”, agrega Milton, y sabe que algún día a él lo reemplazará su hijo Milton Junior, que, lo acompaña de vez en cuando en los coros, pero hace parte, todavía, de los ‘Angelitos Carnavaleros’, el grupo juvenil que dirige su hermana.
Es una buena época la actual, resalta ahora el director de ‘Los Repelentes’, porque cuando él era niño, alcanzó a vivir el rechazo que generaban las letanías en su condición de actividad casi clandestina, estigmatizada por vulgar y callejera.
Y así venía siendo con esta expresión carnavalera desde cuando apareció en Rebolo en los años 30 del siglo pasado. Las investigaciones de Edmundo Vives apuntan a que fue iniciativa de unos muchachos que se hicieron llamar ‘Las Ánimas negras’, aún vigentes.  Ellos, por alguna razón, rescataron ese año la costumbre colonial de versificar en público para burlarse de lo demás.
 “Cuando yo era niño – insiste Jiménez-, las letanías se alimentaban de los cuentos de barrio, y nos metíamos a escondidas en los desfiles. Pero ya hemos llevado a las letanías a las aulas, como le dije, y en eso estamos todos”.
Con ‘todos’ se refiere a los 18 grupos de letanías reconocidos en Barranquilla,  Soledad, Puerto Colombia, Baranoa y Campo de la Cruz (Los Lenguamocha de Montecristo, Los Turpiales de la Normal, Los Criticones de la Esmeralda,  y varios otros ‘chismosos’ ‘babillos’ ‘rezanderos’ y ánimas’ de barrio). Todos, por igual, han empezado a cultivar la letanía educativa, sin dejar de ‘sacarles la piedra’ a las víctimas y ocasionar reacciones desagradables.
Jiménez recuerda, en el caso de sus ‘repelentes’  dos episodios incómodos: uno doméstico y uno de implicaciones nacionales. En el primero, hace 20 años, un vecino se enteró de que con su apellido y el nombre de un condimento, habían hecho una rima en la que aludían a la delgadez extrema de una hija suya.
 “El asunto llegó hasta una inspección de Policía. Teníamos una grabación de casete, por fortuna, y todo terminó en una carcajada de la inspectora. Ella le recordó al señor que eso era Carnaval. Él ya murió, pero todavía sus hijas nos detestan”, recuerda él.
El otro episodio fue mientras participaban, a finales de los 90, en un programa de letanías por una emisora local. Se les ocurrió rimar, en tono burlesco, sobre unas supuestas mentiras del presidente de entonces, Andrés Pastrana. A los pocos minutos, llegó una camioneta de la Sijín preguntando por ‘Los repelentes’. “Nos hicieron subir, nos preguntaron dos cosas y nos soltaron en la 72. Mejor dicho, querían asustarnos”, dice entre carcajadas Milton.
En los días actuales del 2016, el robo del ángel de la iglesia de Soledad, que apareció abandonado en un lote, ya fue objeto de versos, y se espera que aparezcan otros en alusión al escándalo del Defensor del Pueblo, Jorge Armando Otálora. Su historia con la exsecretaria privada, Astrid Cristancho, que lo denunció por acoso laboral y lo llevó a renunciar, es todo un manjar para los letanieros.
La actividad en estos días de Carnaval se crece, pero continuará el resto del año, asegura Jiménez. No solo serán las letanías lúdicas y las competencias intercolegiales de Barranquilla y Soledad, sino las presentaciones que nunca faltan. “Por fortuna somos autosostenibles. También ponemos a disposición de la gente nuestro conjunto de millo, ‘Swing Soledeño’. En eso llevamos 20 años”, agrega.
Pero esa es una historia para otra crónica...

Una versión más corta de esta crónica fue publicada en la edición especial ADN de Carnaval