Friday, January 22, 2016

Todavía hay cama para la gente

JAVIER FRANCO ALTAMAR

Quizás es porque el Carnaval quedó muy cerca de la temporada navideña, o de pronto es porque apenas se están retomando clases en colegios y en universidades, pero lo cierto es que a dos semanas y media de comenzar el Carnaval, todavía hay disponibilidad de habitaciones en los hoteles de Barranquilla, “y a precios para todos los bolsillos”, dijo el presidente seccional del gremio hotelero, Cotelco, Mario Muvdi.
El dirigente gremial aseguró que en otras oportunidades, a esta misma distancia del Carnaval, ya estaba la ocupación completa o casi completa, pero hoy, esa ocupación está cerca del 50 por ciento.  Es algo que si bien puede parecer preocupante y encender las alarmas sobre lo que espera al sector hotelero en el año,   es, si se le mira bien, una oportunidad para los viajeros que aún no se han decidido porque han dado por supuesto que no encontrarán habitaciones disponibles.
Aparte de esto, que es positivo para la demanda, hay otros aspectos que, sin embargo, encienden las alertas en Cotelco Atlántico: siguen apareciendo hoteles y se podría dar una sobreoferta si desde las entidades de Gobierno no se hace algún tipo de promoción para estimular la demanda. “Nuestra esperanza es la entrada en funcionamiento del Centro de Eventos y Convenciones”, dijo Muvdi.
Recordó que en la más reciente temporada vacacional, en las ciudades se aprovechó la circunstancia de que el dólar se trepó y eso encareció el turismo internacional, por lo que muchas personas resolvieron viajar por Colombia, “pero lo cierto es que ahora para Carnavales, se están demorando para venir a  Barranquilla”, sostuvo.
A  la situación puede estarse sumando, agregó Muvdi, que hay una tendencia a restringir gastos desde algunas empresas que, en el pasado, se vinculaban decididamente al Carnaval, como Pacific Rubiales, compañía petrolera muy golpeada con los precios internacionales del hidrocarburo a la baja. “Hasta nos ha llegado la versión de que el Canal Caracol este año no se  vinculará. Es una situación que habla mucho de las dificultades económicas que nos esperan en el 2016”, dijo.
Por supuesto que el hecho de que ahora hay más hoteles que antes, debe ser tenido en cuenta en el análisis, dado que hoy la ciudad ofrece 125 hoteles que suman un poco más de 6.500 habitaciones, todas de muy buena calidad. “Y se vienen tres proyectos más de grandes firmas hoteleras internacionales. Esta sobreoferta está afectando la industria”, aseguró.
Son proyectos que han venido apareciendo atraídos por un estímulo tributario vigente, de 30 años sin pagar el impuesto de industria y comercio en la proporción que represente el valor de la remodelación o ampliación. Y está vigente todavía hasta diciembre del 2017.
Publicado en ADN Barranquilla, enero 21 2016

Thursday, January 14, 2016

Unas por otras en la sequía del río Magdalena

 Por: Javier Franco Altamar
Enviado especial

Quizás una de las pocas personas beneficiadas con la sequía es Luis Lafaurie Ramos, vendedor de chance en el Cerro de San Antonio (Magdalena): las personas que vienen desde Suan (Atlántico), en la orilla opuesta del río, y que van hacia los pueblos apostados en la ciénaga, deben hacer un transbordo obligatorio para cubrir el resto del viaje por tierra. Entonces, él aprovecha para venderles la ilusión de un premio millonario.
Antes, ese transbordo era innecesario, porque había una conexión entre el río Magdalena y la ciénaga a través de un caño. En las orillas de esa ciénaga, cuerpo agua  que lleva el mismo nombre de ese  municipio, están apostadas poblaciones como Malabrigo, Concordia y Rosario de Chengue.
Esa conexión, sin embargo, se perdió desde hace tres meses: Son tan bajos los niveles del río que el agua comenzó a circular a la inversa y se fue secando el caño. Hubo necesidad de sellar la entrada para evitar una mayor catástrofe. “Antes vendía 60 cartillitas de chance, ahora vendo 120”, dice Lafaurie. Es el contraste de situaciones. Ahora consume un refresco en una tienda durante una pausa de venta: el calor el feroz.
Al otro lado, en Suan, hay otros beneficiados: el playón que dejó el río al adelgazar, ya fue aprovechado por algunos para sembrar yuca. Y por los senderos entre la barcaza que sirve de muelle y la primera calle de Suan, avanzan carretas con equipajes: son oficios nuevos para cubrir unos 200 metros en subida, es decir, la diferencia entre la orilla de siempre y la nueva, que es hija de la sequía.
“El río lleva siete meses bajando el nivel. Antes, subía y bajaba, pero ahora sigue bajando”, asegura José Carmona, despachador de los botes a motor, que no paran de cruzar entre una y otra orilla. Son 68, que cruzan el río, entre Suan y el Cerro de San Antonio, en no más de cuatro minutos: es la única ruta por ahora y lo será por un buen rato si el río no se opone.
“La verdad es que estas cosas se han venido empeorando no de ahora, sino desde hace más de diez años” -reflexiona ahora el chancero Lafaurie- “ya de la ciénaga no se saca del bocachico, ni California viene a comprar los mangos acá”.
Porque la subienda de pescado es historia. Lo sabrá el pescador Anairo Contreras, quien mira el caño del Cerro de San Antonio desde lo alto. Se ve algo de vida en el agua verde. “De aquí antes sacábamos pescados grandes. Hoy, lo que hay es puro chipi chipi. Yo tengo como siete años que no pesco nada”.
Varios kilómetros más al norte, en el punto entre Puerto Giraldo (Atlántico) y Salamina (Magdalena), se cruza el río en un planchón. Allí  la situación no parece tan grave. Carlos Ávila dice que le ha tocado trabajar a diario para mantener la orilla en la dureza adecuada, pero que la dinámica del cruce no se ha visto afectada.
La mañana del martes, el planchón empujado por la remolcadora ‘El Radar’, atravesaba una vez más con una docena de camiones, lo que tomaría ocho minutos.  “Del otro lado, esperan un a media hora y se regresan. Hasta ahora, todo sigue igual”, asegura Ávila: de 5 am. a 6 p.m.
En esa parte del río  es un poco más ancha y menos alta que la de Suan, por lo que da la impresión de que no es mucho el cambio. “Aquí, de verdad. se ha sentido menos la sequía”, dice Ávila.
Publicado en ADN Barranquilla, enero 14 de 2016