Friday, July 06, 2012

La de Camacho, una ciénaga que desapareció

Por: Javier Franco Altamar



Ya pasó una vez y fue por lo mismo: una combinación entre los caprichos de la naturaleza y la intervención humana representada en la búsqueda de espacios para abrirle camino a la actividad empresarial.

Fue la ciénaga de Camacho, llamada así por el asentamiento indígena primigenio que dio paso al sitio de libres de donde surgió la Barranquilla que heredamos. Fue la misma ciénaga en torno a la cual se configuró una dinámica comercial donde las barrancas jugaban papel fundamental, y de lo que apenas tenemos ahora, como vestigio de lo que fue, las actuales sucias corrientes del caño, y la quietud putrefacta frente a donde funcionó la Intendencia Fluvial.

Esa ciénaga no se menciona como mucha claridad en los libros de historia. Su existencia se confunde con la de los caños, de los cuales se sabe que eran anchos y profundos, y que el del Mercado, último de los vestigios de la ciénaga, llegó incluso a ser cegado para habilitar terrenos a la construcción, pero que luego fue reabierto con las dimensiones que presenta hoy.

Los actuales puentes a través de los cuales se llega a la Barranquillita de hoy, que en su momento fue una isla, (carreras 43, 44 y 46) le dieron el zarpazo definitivo a ese sistema acuático, porque los construyeron con un gálibo ridículo por donde no cabe ni una canoa; y si antes era más difícil reconocer la apariencia de la ciénaga, ahora lo es aún más.

Eso fue los años 30 del siglo pasado, nos recuerda el historiador Porfirio Ospino Contreras, porque, luego de desaparecida la navegación comercial por el río, tocaba unir a Barranquillacon la urbanización industrial que se construyó al lado del nuevo terminal, es decir, el puerto que reemplazó al muelle de Puerto Colombia y que actualmente es operado por la Sociedad Portuaria Regional.

La referencia gráfica de lo que fue esa ciénaga es una pintura de José Martín Tatis elaborada en 1874. El punto de vista está en la orilla oriental, donde hoy queda Barranquillita, y desde allá puede verse la ciudad con las mismas proporciones que se ve hoy desde la isla de Salamanca.

Una investigación realizada por Armando Arrieta Barbosa y Ruth Hernández Arévalo, publicada a manera de libro en el 2007 (Los inicios de Barranquilla) logran la mejor aproximación hacia lo que significó esta ciénaga y sus dimensiones.

Un reporte de un censo realizado en 1772 por Diego de Peredo, al relacionar a Barranquillade San Nicolás (como ya se llamaba el poblado) afirma que estaba ubicado en la orilla de “una ciénaga o caño del río de la Magdalena”.

En 1839, nos recuerdan Arrieta y Hernández, Juan José Nieto asegura que la ciudad “está situada en la margen occidental del río Magdalena sobre una espaciosa ciénaga que comunica este río” más o menos por donde está hoy el Mercado.

Y según los cálculos realizados con base en varios documentos que daban cuenta de transacciones a finales del siglo XIX, puede estimarse que llegaba hasta la calle 31, y se echa un poco más atrás, puede incluso ubicarse su extremo occidental en el Paseo Bolívar. La gran bahía que se puede ver en algunas fotos de la Intendencia Fluvial de principios del siglo XX da otra idea de sus límites al norte.

Según se sabe, el caño de Soledad, que pasaba cerca de la actual calle 17 o Viejo Camino, era el surtidor principal desde el río, y se encontraba con Caño Arriba justo antes de entrar a la ciénaga cerca de los que es hoy la carrera 39.

Las aguas de la ciénaga retornaban al río por el norte a través del caño de Veranillo, conocido después como el de las Compañías, en el punto donde estuvo el edificio de la Intendencia Fluvial.

Con el paso de los años, el sedimento del río, que entraba por los caños a la ciénaga, fue creando pequeñas franjas que transformaron el cuerpo de agua en varias corrientes separadas, con efectos muy fuertes hacia las Compañías también, que dieron paso a la Isla La Loma.

Incluso, el barrio Barlovento está sobre lo que fue un amplio espacio del muelle contiguo al patio de trenes de la Aduana, lo que habla del desplazamiento del río hacia su derecha, y la aparición de la Loma.

A este proceso natural, que se vio favorecido por las corrientes en suspensión que traían los caños Arriba y Soledad, se le sumó la intervención humana en el periodo colonial tanto a través de proyectos particulares, como de obras de ingeniería planeadas por la Administración municipal.

Se sabe, por ejemplo, que en 1871 se promovió la construcción de un terraplén 20 metros al interior de la ciénaga para construir una fábrica de aguardiente; y se tiene un registro de la construcción de un terraplén para evitar inundaciones al occidente del caño del Mercado.

Publicado en ADN-Barranquilla
Julio 6 de 2012

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