Por: Javier Franco Altamar
Los dedos pulgares se mueven gracias a un grupo de tendones
que avanzan pegaditos al hueso radio por un túnel fibroso. El movimiento
repetido de los dedos inflama esos tendones, y como no caben dentro del túnel
lo rozan y se genera un dolor. Es la llamada ‘Enfermedad de D'Quervain’.
La patología fue descrita a principios del siglo pasado por
el médico suizo Fritz de Quervain, pero lo novedoso del tema es que con la
aparición de los smartphones o teléfonos inteligentes, el número de enfermos ha
venido en aumento, y en el caso de Barranquilla
los especialistas han visto duplicar sus consultas.
Antonio José Rueda González es uno de ellos. Es ortopedista
y especialista en cirugía de manos, y si hace dos años una o dos de sus 12
consultas diarias eran por la también llamada ‘tenosinovitis’, ahora la mitad
de sus pacientes llegan a consultarlo por eso.
“Para asegurarme le pregunté a un colega norteamericano que
me encontré en Paipa hace un mes en un congreso de cirujanos de manos, y él me
dijo que se le han duplicado y hasta triplicado sus pacientes con esa
patología”, dice.
Con los smartphones se ha popularizado el ‘textear’, mandar
textos. “El movimiento se hace con los pulgares, es un movimiento repetido de
extensión y flexión del dedo para accionar las teclas, eso nos da un exagerado
uso del tendón extensor y ha llevado a que hoy en día haya una epidemia de
tenosenovitis”, explica Rueda.
Lo primero es la prevención.
El método preventivo más eficaz, dice Rueda, es evitar el
movimiento repetitivo de la mano, tratar, en lo posible, de utilizar otros
dedos para escribir en el teléfono sería lo ideal, pero como puede parecer
complicado o incómodo, debe tratar de hacerse,
Lo otro es realizar pausas activas. Si es persona que usa
mucho el teléfono y dentro de su trabajo, es necesario ‘textear’ con
frecuencia, deben hacerse esas pausas activas con estiramientos del dedo para
flexionarlo. “En ese momento, estoy estirando el tendón, y al hacerlo, él se
relaja. También hay que hacer movimientos circulares de las muñecas. Son pausas de cinco minutos cada dos horas en
el sitio de trabajo.
Si ya la persona tiene instaurado el problema, si ya está el
tendón inflamado, la recomendación es usar unas férulas de abducción, un
aditamento como si fuera un guante, que aleja el dedo pulgar de su posición
dejando libre la falange de la uña. Al quedar el dedo abierto, el tendón se
mantiene relajado y se desinflama.
Si el problema persiste, están las fisioterapias, que son
importantes para que le coloquen al paciente contrastes de temperatura (frío y
calor) y ultrasonido. “Con eso debe lograrse la desinflamación de los
tendones”, señala el médico.
¿Y si se han hecho 40 fisioterapias y persiste el dolor?
Rueda recomienda una cirugía que no pasa de media hora.
“Algunos colegas
optan por hacer infiltraciones aplicando un anestésico y un corticoide para
desinflamar. Pero resulta que la mayoría de ellos tiene efecto de depósito y
eso dura un mes, pero para poder actuar ese tiempo, él se deposita en el sitio
donde se aplica en forma de una sal, y con el uso prolongado de estos
medicamentos, esas sales van a producir más inflamación, más rigidez de los tejidos”,
asegura Rueda.
Hay médicos que ensayan hasta dos infiltraciones, y si no
resulta, van a la cirugía. “Yo, prefiero la cirugía de una vez, porque las
infiltraciones pueden llegar a ser una mejoría pasajeras. Además, la
intervención es muy sencilla”, sostiene Rueda.
Esa cirugía se hace con anestesia local y consiste en una
pequeña incisión con el bisturí en esa parte del brazo y abre el túnel fibroso
para liberar los dos tendones: el extensor y el abductor, y santo remedio.
El túnel se deja abierto: eso es todo. “A mí me gusta,
después de abrir el túnel, resecar un
poquito (un pequeño recorte adicional) el borde de la incisión del lado
más dorsal de la mano, para evitar que se desinflamen los tendones y vaya a
cicatrizarse la incisión”, subraya el médico Rueda.
Publicado en EL TIEMPO y ADN
Septiembre 14 de 2012
Septiembre 14 de 2012
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