Thursday, September 20, 2012

Circunvalar para sufrir

Por: Javier Franco Altamar

Más allá de sus problemas de deslizamientos en el tramo comprendido entre las carreras 38 y 46,  lo que se ve en la Circunvalar es el más hermoso homenaje al desorden, como para sentirnos orgullosos, si se quiere.

Y digo eso porque ese caos parece provocado por algún designio gubernamental,  porque no de otra forma puede entenderse que la hayan diseñado así, con retornos insólitos donde no debería haberlos, con policías y voluntarios que tratan de corregir esos enredos con conos y pitos que también atajan el flujo.

Se supone que es una vía rápida por la cual puede andarse a 80 kilómetros por hora, pero eso es imposible de cumplir porque unos buses verdes frenan cada 10 metros, imitados, de manera extraordinaria, por unas Dacias que, supuestamente, prestan un servicio ilegal.

Los puentes peatonales son muy bonitos e impresionan, pero no sirven para nada desde la perspectiva de los peatones. He visto a mujeres embarazadas cruzar la vía a pocos metros de esos puentes, y en ligero trote jalando a un niño con la mano.

Carros que hacen la U por encima del separador, bicicletas y carretillas en contravía, camionetas en zigzag, motocicletas que aprovechan cualquier espacio para irse adelante desafiando las leyes del equilibrio y camiones parqueados en el creciente cordón de bodegas.

Como casi no veo policías de tránsito (los poquitos que hay se estresan en la entrada al barrio La Paz) yo me supongo que la Circunvalar es un espacio habilitado adrede por las administraciones para que tengamos donde sufrir a placer.

Columna 'Pura franqueza'
Publicada en el ADN Barranquilla
12 de septiembre

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