Thursday, January 26, 2012

Soldado y leñador, por los semáforos del país


Por: Javier Franco Altamar

La parodia parece un homenaje a dos oficios, pero en realidad envía un mensaje a la inversa: los leñadores no deberían existir porque destruyen los bosques, y los soldados de la patria terminan en el olvido.

El leñador está pintado de café brillante sobre su pedestal, lleva sombrero, barba ficticia y un hacha. El soldado es verde íntegro, casco, binoculares, pertrechos y cantimplora.

Ambos se quedan quietos junto al semáforo. De pronto se mueven simulando cada oficio, y el militar se baja para darle un saludo marcial a cada conductor y recibir una moneda.

“No vivimos de las monedas, sino del arte. Esto es arte urbano”, dice él antes de que se le malinterprete. No es mendicidad, aclara, sino una disciplina que viaja con él hace diez años por todo el país, en provecho de fiestas, desfiles y semáforos.

Él soldado es César Augusto Orozco Castañeda, tiene 34 años, manizalita. “Aprendí en la universidad de la calle”, asegura. Y el leñador es su esposa, Elsa María Castellanos Torres. “Que no talen más, por favor”, repite.

Llevan una semana en Barranquilla. “No habíamos venido antes por el calor, pero nos arriesgamos”, asegura César.

Él suda copiosamente, igual que su mujer, pero les ha ido tan bien que permanecerán tres meses más. “Hemos demostrado que del arte se puede vivir, pero uno no se puede estabilizar porque si la gente lo ve mucho tiempo a uno, pues se aburre”, dice ella. Es hora de continuar el trabajo.

Publicado en ADN-Barranquilla
Enero 26 de 2012

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