Friday, May 02, 2008

La mima presumida

Por: Sharon Verdeza

La alegría de los niños ya se asomaba por el Parque Metropolitano. Eran las 4:30 de la tarde cuando me encaminé en busca de Douglas y Mairon, los mimos que habían aceptado mi participación como una de sus colegas por un día. Entre la algarabía de los hinchas del Atlético Junior, que esperaban la hora del partido contra El Nacional para ingresar al Estadio Metropolitano, y lo colorido del lugar, confundí mi búsqueda por un momento. No los encontré. Detrás se burlaron de mi agonía, y es que por concentrarme en los rostros blancuzcos que lucen usualmente los mimos, olvidé que para ensayar el espectáculo de la noche, en la tarde no se presentarían con la cara blanca.

Me presentaron a Tripita, el perro que siempre los acompaña y después de una corta charla donde explicaron mi participación en el escenario, empezamos con el ensayo. Douglas y Mairon, realizan puestas en escena desde hace nueve años en el teatrillo del Parque Metropolitano, que todas las noches de los fines de semana se llena gente que aplaude sus bufonerias.

Tras bastidores

Teníamos todo el escenario para ensayar al aire libre, ellos empezaron con sus muecas y movimientos extraños, pero yo no pude parar de reírme. Mientras llegaba mi turno para ensayar el papel de mima coqueta que enamoraba a los dos para después dejarlos tirados, aparecieron “La Cenicienta Moderna”, “Caperucita Roja”, “La Flojera”y “La Prostituta”, unos de los tantos personajes que representé apenas con 14 años en el colegio donde estudié la educación básica y me hicieron recordar aquellos años en los que el miedo escénico no existía para la artista del colegio. Respiré profundo, evadiendo la mirada de Mairon, mientras me decía que imitara fielmente sus movimientos y me tiré al piso demostrándole que no sería capaz.

Seguían mis recuerdos y me preguntaba qué era lo que me sucedía, si pocos años atrás disfrutaba de los guiones, personajes y disfraces, en ese momento quería escapar y dejar todo tirado. Entonces traté de imitar a Mairon, pero mis piernas no respondieron. Le pedí que no dejara de moverse, porque yo en cualquier momento lo seguiría pero nada. Creo que ellos estaban empezando a preocuparse, lo noté en sus caras, porque si yo fallaba en mitad del espectáculo a nadie le iba a gustar.

La gente que disfrutaba del parque empezaba a interesarse por lo que hacíamos, más aún cuando yo trataba de imitarlos y no lo conseguía. Finalmente lo que hice fue poco, las miradas fueron aumentando con tal rapidez que de verdad no pude ensayar mucho. No estaba segura de lo que haría más tarde, sólo sabía que sería capaz de hacerlo.

-Sharon, nunca abandones la actitud escénica, apodérate del espacio, hazlo tuyo, me resaltó Mairon. Sentí en sus palabras la sabiduría que le ha dado la experiencia y le respondí:
- De verdad que lo haré bien, lo haré bien.
Él ya un poco convencido con mis palabras me contestó:
-Dale, ponte tu disfraz para pintarnos que ya va llegando la gente.

Corrí al baño a vestirme porque oscurecía y los niños empezaban a coger sus puestos. Todos se preguntaban que hacía una mujer acompañando a Douglas y Mairon, pero supongo que al verme vestida de muñeca pensaron en la nueva integrante del grupo, a excepción de unos pocos que se acercaron a preguntar quién era.

Ya casi eran las 6 y las luces del teatrillo me avisaron que en poco tiempo la función empezaría. Me sentí tranquila mientras esperaba mi turno de maquillaje, pensaba que la cara pintada rebajaría mis nervios, pero nada, seguían igual. La gente continuaba llegando, mientras me transformaba, y Mairon poco a poco fue coloreando mi rostro con una base blanca, rubor, pecas, cejas y pestañas grandes, creando una mima alegre y tierna que estaba lista para empezar su actuación.

La alegría del parque era evidente, los niños reían sin parar de los mimos que ya estaban apunto de iniciar, los gritos de la hinchada que estaba en el estadio apoyando a su equipo se conjugaba con la emoción de la gente que rodeaba el escenario, yo empecé a sentir tranquilidad y valentía hasta el punto de querer empezar en ese mismo instante.

El espectáculo

“Vengan a disfrutar un espectáculo dedicado a todos los niños de 1 a 100 años”, inició Mairon con su frase tradicional, hizo unas cuantas bromas y nos presentó ante el público. Minutos después los vi coger los sombreros para recoger las moneditas que daba la gente y decidí acompañarlos. Tuve temor de que no me dieran nada, pero recolecté más monedas para el bolso del dinero, donde guardan lo que se hacen en toda la noche.

Todos atentos observaban la pantomima de Douglas y Mairon, yo esperaba mi señal de entrada, hasta que el chasquido de Douglas dio luz verde a mi actuación, caminé al centro del escenario con movimientos y gestos sensuales, como me habían indicado. No miré al público, sólo me limité a hacer lo que me correspondía. Pasaron los minutos y las caras de la gente se tornaban amigables, como si aprobaran mi participación, entonces caminaba y me desplazaba con confianza en el lugar. Reviví el personaje, improvise actos y finalmente me sentí como una verdadera artista.

Las risotadas me confirmaban que lo que hacía les agradaba, coqueteaba a los mimos enamorados, quienes buscaban una y otra cosa para agradarme. Disfrutaba de mi personaje y trataba de hacer reír a los niños siendo graciosa y creativa. Lo logré. El espectáculo finalizó con mi salida en los brazos de un joven muy simpático que se ganó mi corazón y el de mi personaje para dejar tirados a los juguetones que me pretendían.

Mairon cerró el show con sus ocurrencias e improvisaciones, mientras que yo sentada en el suelo de un extremo del escenario sonreía porque lo había logrado.

Comprobé que mi espíritu de artista sigue intacto, más aún cuando estuve en medio del escenario. Las caras de los niños, jóvenes y viejos reflejaban mi trabajo, y sus aplausos compensaron toda mi motivación. Muchos se acercaron a tomarse fotos de recuerdo con nosotros y a despedirse comentando lo buena que estuvo la función, eso es lo más gratificante que he recibido en mi vida: el cariño y las sonrisas de los niños.

Barranquilla, abril de 2008, destacado en asignación 'Un día como...'

1 comment:

Andrés Rodríguez B said...

Me parece un excelente trabajo. He leido varios trabajos de Sharon Verdeza en El Heraldo y me sorprenden por lo interesante que son cada vez que los leo. Siempre tienen algo nuevo. Fuera de lo tradicional, sin dejar el sentido humano. A pesar de ser estudiante en prácticas escribe mejor que muchos "budas" del periodismo.