Tuesday, May 13, 2008

El doctor Corazones y el susurro de las flores mágicas

Por: Rafael Marsiglia

El amor es simplemente una descarga electromagnética proveniente de la ínsula… eso era lo que solía pensar antes de que el verso de las flores me enseñara que existe la poesía, aquella sublimación de los sentimientos cuando eso que queremos expresar con palabras convencionales no nos sale. Entonces recurrimos a la Doctora Corazones para que nos recete una buena flor. Esta vieja y sabia dama habita en su diminuto castillo conocido como la tienda de las “ofrendas florales”; sus señoras jardineras realizan arreglos de plantas de varios colores utilizando la paleta que les brinda la madre naturaleza. De los sabores sabe poco, más bien conoce a la perfección los sinsabores, de todas aquellas personas que la llaman para aliviar su corazón.

Su verdadero nombre es Martha Rosado de Vásquez y lleva atendiendo el viejo castillo desde que lo heredó de su madre, Carmen Sofía de Rosado hace 20 años. Entre las paredes de aquel aposento hospedan la belleza y la estética. El ambiente está impregnado de polen y olor a bosque. En una esquina apartada yace el escritorio de la médico, con una pila de revistas, un teléfono, un vaso lleno de lápices, esferos, un calendario, una calculadora, un block de facturación y una máquina de escribir para recetar sobre pedacitos de papel. Al otro lado se encuentran los muebles, viejos de tiempo pero no de uso, porque nunca vienen los clientes, sólo entran el mensajero y las señoras de los arreglos. El silencio sepulcral se rompe todos los días con el ensordecedor timbre telefónico del llamado de los enamorados, que necesitan expresar lo que sienten acompañado de bellas flores. Es cuando la erudita les manda anturios, eliconias, margaritas, lirios, astromelias, azucenas, gladiolos y girasoles para así alegrar la vida de los que reciben tan hermosas dedicatorias.

Cuando uno entra al cuarto de refrigeración todo parece una especie de invernadero industrial; las flores están cortadas, amarradas y ordenadas por especie, dentro de varias neveras antiguas y oxidadas; parece que el frío las preparara para soportar las cálidas temperaturas del alma. Todos estos especimenes vienen de la Sierra nevada de Santa Marta y se duermen en esta habitación hasta que uno requiera de sus mágicos encantos.

Un día la Doctora Corazones estaba enferma, así que la tuve que remplazar. La primera llamada que recibí como el nuevo Doctor Corazones fue de una mujer triste por la muerte de un ser querido; le expliqué que la doctora estaba enferma y que sería yo quien le recetaría. Miré las rosas, pero recordé que eran para el amor, luego las margaritas y recordé que eran para las féminas, así que recurrí a las audaces damas floristas; aun no comprendo cómo estas jardineras son capaces de crear un arreglo que apacigüe aquel sentimiento de ausencia que aun no he experimentado, pero que me estremece de sólo imaginarme tan tediosa pena. Así que agarrando tembloroso el aparato intercomunicador y compartiendo el dolor ajeno, simplemente pude decir:
- Mi más sentido pésame.
Y mandarle las flores.

Es que uno como Doctor Corazones debe estar en una disposición distinta para cada persona de acuerdo a su estado de ánimo. Llaman los eufóricos para felicitar y decir te quiero, los melancólicos para pedir perdón, los ilusionados para reconciliarse y los apesadumbrados para que los acompañen en su pena. También piden flores para bailes, quinceañeros, grados, nacimientos y tragedias hospitalarias. Al parecer todo en la vida requiere una flor, para alegrar nuestras penas, reafirmar nuestro amor, acicalar nuestra vida, y muy sigilosamente sosegar nuestro dolor.

Los arreglos florales se construyen sobre Oasis: Unos pequeños cubos de esponja fijados con cinta sobre una bandeja de icopor. Uno va incrustando los tallos de las flores al gusto, claro está, con mucha estética y el cuidado necesario. Hay veces que la gente prefiere pedirla en cajas, acrílicas o de cartón, debe ser para que ellos mismos puedan armar sus floreros en casa.

Las llamadas telefónicas siempre traen poetas en potencia que necesitan un empujón de valor. Pero hay que ser realistas, no todo el mundo sirve para tan distinguido arte y es cuando debo recurrir al catálogo de mensajes de la doctora. Al contestar una llamada, me piden un buen adagio y es por eso que abro la gaveta en busca de aquella vieja carpeta ya blanda de vejez, en la cual la doctora corazones suele guardar sus recados de amor. Cuando la separo, algunos papeles casi se desasen por mi tacto, estornudo por las partículas de polvo y me disculpo con el hablante, mi índice busca desaforadamente el mensaje más adecuado; algunos son egoístas: “Hoy te quiero más que ayer, pero menos que mañana”; (Sigue descendiendo mi curioso dedo) otros un tanto técnicos: “Eres el motor que enciende mi vida de amor”; unos algo irónicos: “Con tu ternura complicaste mi existencia”, los incomprensibles que nunca faltan: “Es cierto que no sabemos lo que tenemos hasta que lo perdemos, pero también es cierto que no sabemos lo que hemos estado perdiendo hasta que lo encontramos”.(Paso algunas páginas hacia atrás y encuentro una nueva lista) Los de ojitos caídos pidiendo perdón: “Piensa en el amor que tenemos y perdona mis defectos”; y los populares cursis, típicos de los maridos que le han metido cincuenta mil cachos a sus esposas: “Lo siento, ya no soy el mismo si tú no estas a mi lado, no quiero perderte”. Es así como cada vez llegan las flores a sus destinos, susurrando suavemente palabras de amor.

Cuando cuelgo todo vuelve a la normalidad. Continúo en la espera de la ruptura de aquel silencio sigiloso, siempre pensante, siempre reflexivo, siempre ido, casi dormido y tal vez soñando: Así es el amor, impresentable, abstracto, anoréxico, pintoresco y definitivamente sin sentido. Ya no pienso que es sólo una descarga electromagnética proveniente de la ínsula, es más, no puedo negar que es lo que mueve al mundo, y asimismo al negocio de la galantería, sobre todo el de “Ofrendas Florales”, porque hay millones de personas quienes creen ciegamente en los poderes mágicos de las flores del Doctor Corazones.

Testimonio destacado, segundo semestre 2006.

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