Thursday, January 26, 2012

Un Indio Pielroja hecho en Barranquilla


Por: Javier Franco Altamar

Apenas comienza a maquillarse, él deja de ser Luis Carlos Estrada Mogollón “y me vuelvo un guerrero, ¿ya?”, dice mientras el espejo se convierte en testigo de la metamorfosis que avanza: está a punto de transformarse en un pielroja.

Usa pintura artística de dos colores: la carmesí a todo lo largo y ancho de la cara, y la blanca en el espacio que deja la cinta pegada de antemano sobre la nariz, los ojos y bajo la barbilla.

Para untar la roja usa su propio índice, pero la blanca corre por cuenta de un pincel operado por su esposa o su hija. Después viene la vestimenta colorada y brillante, la peluca de mechones blancos y el penacho traído desde Estados Unidos, elaboración artística de la tribu norteamericana que dice homenajear.

Está en esa representación desde 1976. Son 34 años en los cuales también ha sido otros indios, pero el principal es este, con indumentaria y pertrechos diseñados según la apariencia original. “Y uso pintura cara. Es mejor para evitar cualquier vaina en la piel, ¿ya?”.

En la puerta de su casa del barrio El Lucero, una de sus nietas, Andrea Carolina, lo acompaña en una de las parodias: ella es un oso, y él, con la flecha que amaga, pero que nunca sale del arco, la amenaza. Así lo harán más adelante en los desfiles.

Hoy es jubilado de Electricaribe y aprovecha su tiempo libre para promover desfiles y presentaciones. Es el vicepresidente de la Fundación de Disfraces del Carnaval.

Publicado en ADN-Barranquilla
Enero 26 de 2012

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