Por: Javier Franco Altamar
Acepto que no me sorprende, en absoluto, que para garantizar el buen clima en la clausura del Mundial del Fútbol Sub 20, hayan contratado a un chamán.
Todo parece indicar que el hombre no sólo es muy efectivo, sino que dado su tremendo logro, reconfirma su talante de contratista cumplidor, algo muy extraño por estos lares del Sagrado Corazón.
Y digo “reconfirma” porque la directora de teatro Ana Marta de Pizarro, una de las responsables del espectáculo, ya se había beneficiado antes de los alucinantes poderes del chamán.
No son cosa de ignorar estos señores. Para empezar, no adquieren sus habilidades en una universidad, sino que las heredan. Se les atribuye la capacidad de alterar la realidad o, como mínimo, la percepción colectiva de ésta.
Como sea, constituyen una figura de fuerte raigambre espiritual en algunas culturas y en esa dimensión se les respeta.
“Es una forma distinta de aproximación a la naturaleza, y desde esa óptica se trabaja con él. No llovió en la ceremonia, fue un éxito y lo volveré a contratar cuando lo necesite”, dijo la señora de Pizarro, antropóloga con autoridad para decir algo así.
Sé que a algunos les puede sonar ridícula esa explicación, pero en esos ámbitos espirituales no tiene sentido discutir. No puedo, sin embargo, dejar de pensar en todo lo que he escuchado: con un asesor así, capaz de atajar los aguaceros y las tragedias, hemos podido (dicen) ahorrarnos ríos de lágrimas y miles de millones de pesos en atención a damnificados. A nuestros gobernantes, parece, les hizo falta imaginación.
Publicado en ADN-Barranquilla
Enero 18 de 2012
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