Por: Javier Franco Altamar
Salvo algunos secretarios que olvidaron o mal dijeron la
frase de cierre, y que el Consejero de
Seguridad Guillermo Polo, sobrepasó sus
siete minutos hablando rapidísimo, el libreto se cumplió según lo
previsto por los organizadores.
La alcaldesa, Elsa Noguera, llegó al recinto sobre las 9
a.m., y comenzó su intervención 20 minutos después, cuando ya había pasado los
himnos y las palabras de bienvenida y agradecimiento de monseñor Víctor Tamayo, obispo auxiliar, quien se deshizo en elogios para la mandataria en su calidad de vocero del
Bicentenario de la ciudad.
El teatro Amira De la Rosa, escogido para la Rendición de
Cuentas 2012 de Noguera y sus colaboradores, estaba lleno de personas que aplaudían una y otra vez ante
cada intervención, motivados por dos entusiastas seguidores que amenazaban con
desmayarse lanzando vivas y alabanzas al equipo de Gobierno.
El libreto indicaba que la presentación debía avanzar como
si fuera un diálogo espontáneo entre los dos presentadores, Robert Barraza y
Ruby Rubio, y la propia Alcaldesa, que respondía
sentada en un juego de butacas dispuestas en media luna, desde donde le daba la
palabra al respectivo secretario o colaborador, que tenía la misión de
profundizar.
Los miembros del gabinete, previamente sentados en unas
tribunas laterales en el escenario, todos de jeans y camiseta azul con el logo
distrital, pasaron por bloques a acompañar a la mandataria en la butaca, que
resaltaba con su vestido entero blanco y formal.
Un primer turno correspondió
a los del área social de su programa de gobierno (Gestión Social, Salud,
Educación, Vivienda y Deportes); luego el de la competitividad (El consejero
Polo, Barrios a la Obra, Infraestructura y Cultura), y finalmente el de ciudad
ordenada (Espacio Público, medio ambiente, Movilidad, las finanzas)
Cada uno tenía siete minutos, y aunque la mayoría fueron
respetuosos con la regla, unos pocos, como Polo, casi usó el doble. La
indicación era que al terminar, dijeran la frase. “en esta esquina están
pasando cosas muy buenas”, en alusión a que Barranquilla
está en el punto alto de encuentro entre el mar y el río Magdalena. Cada cual,
sin embargo, la dijo a su modo.
Entre aplausos, vivas e interrupciones entusiastas de un
auditorio en el que no había ni un solo
contradictor (apenas alguien por allí suelto, le pidió cifras concretas a Polo
a propósito de la seguridad), la mañana fue avanzando.
A cada uno de los que se habían inscrito al entrar, le daban
un bono para reclamar un pan y un jugo de caja en un área de refrigerio
habilitada en la salida a los jardines. Desde allí, mientras disfrutaban del
bocado, podían escuchar los parlantes que un grupo de opositores a la Valorización ubicaron en un
negocio frente al Amira.
Un poco más hacia la
esquina, frente a un muro donde resalta una pintura alegórica a los hitos de la
ciudad, se veía a una veintena de personas uniformadas con camisetas amarillas
que los identificaba como miembros del Frente Amplio Cívico por el Rescate de Barranquilla .
Estaban reunidas en torno a una mesa donde estaban recogiendo unas firmas.
Alberto Luna, presidente del Frente, y quien no se despegaba
de un megáfono que le colgaba del hombro, dijo que se habían alcanzado a
recoger unas 600 nuevas firmas para poder presentar el desmonte de la
Valorización II como proyecto de iniciativa popular en el Concejo.
No se preocuparon por entrar al recinto porque sabían que no
los iban a dejar pasar, y dentro del teatro, no había firmas disponibles.
Febrero 27 de 2013
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