Este es un blog orientado a la divulgación de las crónicas, reportajes y perfiles entregados como ejercicios en la asignatura "Periodismo IV" de la Universidad del Norte (Barranquilla)´. Allí también publico algunas piezas de mi autoría para el análisis en clases, en las que cuento con el soporte fotográfico del Gran Guille y el Samurai Berrocal.
Tuesday, August 28, 2012
Con su pinta de los 70, va por la calle vendiendo
Por: Javier Franco Altamar
Parece un maniquí de publicidad para una fiesta setentera, o un empleado de disquera vestido así adrede para promover un álbum de salsa vieja, pero es Oswaldo Peñaranda, soledeño de 41 años, vendedor de zapatos y chancletas, dueño de 47 pantalones y 56 camisas que evocan los años 70.
Eso ya es curioso por sí solo, pero lo es más el hecho de que viste así todos los días, y con esa indumentaria recorre las calles soledeñas empujando una carretilla llena del producto que vende.
Su apariencia le ayuda mucho para la representación: es flaco, alto, moreno y tiene el cabello apretado fácil de peinar en afro. Por eso tiene un aire al Óscar De León que se ve en las carátulas de la Dimensión Latina, o mejor, al Piper Pimienta de los Latin Brothers.
“Por bobo no hice el casting en la novela del ‘Joe la leyenda’. No hice la diligencia, quizás por el trabajo, pero bueno, será que Dios me tiene algo guardado, no sé qué será”, dice.
Y así es con cada cosa que habla: Dios en cada palabra, Dios para agradecer que salió de un fondo infernal donde conoció la droga, donde era un “desechable” que se bañaba cada tres días y dormía en la calle. “Eso fue hace ocho años, pero me levanté por mis hijos, por mi familia y le doy gracias a Dios y a mi mujer Aracelis, que me aguantó bastante”, recuerda.
Comenzó, entonces, a vender zapatos: primero un par, luego una docena, inicialmente en un maletín y ahora con su carretilla, vistosa, llena y variada.
A las pintas setenteras llegó poco después, hurgando en el escaparate de su mamá. Allí vio a su padre en un álbum de fotos y se le metió el tema de vestirse como él. Un anciano de Las Malvinas le prestó un pantalón y una modista vecina hizo el resto.
Todo el que lo ve lo saluda y si antes le hacían bromas hoy es blanco de elogios por su originalidad para vender.
Con esa indumentaria va a todas partes y asiste a las fiestas. Nada más la cambia en Carnaval, cuando se disfraza de loco o de bebé. Aunque quizás no vuelva a hacerlo porque se bautizará como cristiano evangélico.
Publicado en ADN Barranquilla
Agosto 28 de 2012
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