Thursday, July 28, 2011

La Catedral se llenó de lágrimas, gritos y dolor


Si hubiese abierto los ojos cuando levantaron la tapa de su ataúd, Joe Arroyo habría estrellado su vista contra el coro de la Catedral.

Y le hubiese bastado un leve giro de la cabeza para darse cuenta de que una gigantesca imagen de María Auxiliadora lo saludaba con cariño.

Pero Joe siguió con los ojos cerrados, sin poder constatar que unas 4.000 personas lo acompañaban dentro del templo, la mayoría de ellas con pañuelos en alto; y sin poder escuchar, tampoco, los aplausos y los gritos de otros varios miles que trataban de entrar para decirle adiós. “Joe, Joe, Joe”, se escuchaba desde todos lados.

El ataúd, donde todos lo vieron enfundado en su traje negro, tuvo que entrar por el parqueadero de la Casa Cural, porque por la nave central, donde al principio se formó una espontánea calle de honor, hubiese resultado imposible por la cantidad de gente apretujada y ansiosa.

Estaba previsto que el ataúd llegara a las 6 de la tarde, pero entró 44 minutos después. La temperatura fresca de la tarde fue reemplazada por un pesado calor sobre todo en las primeras filas, donde había apretujamientos.
Monseñor Víctor Tamayo, obispo auxiliar de la Arquidiócesis, tuvo que emplearse a fondo para mantener el orden y regular la fila de saludo final al Joe.

Unos minutos antes, el párroco de la Catedral, Fidel Iglesias, había oficiado una corta ceremonia de bendición, rociando agua bendita sobre la bandera de Barranquilla que cubría el ataúd .

Los parientes del Joe se ubicaron a pocos metros, al pie de una imagen de María Auxiliadora. Johana, hija del artista, se desmayó. Estaba triste, dolida y golpeada, como muchos más en la Catedral.

Javier Franco Altamar
Julio 26 de 2011

Publicado en ADN-Barranquilla

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