Por: Javier Franco Altamar
La palabra magia remite a lo
misterioso, a lo sobrenatural, a lo que se expresa en películas como las de
Harry Potter, pero también a lo creativo, a la ilusión, a los efectos, al arte,
porque la magia es eso, un arte, como la del pintor o del actor.
Como arte que es presupone, como
bien lo explica Howard Gardner, los tres síntomas antecedentes de la
experiencia de la belleza: lo interesante por inesperado, la “memorabilidad de
la forma” y el impulso de volver a experimentar la ilusión.
Por eso, algunos de los hoy
llamados ‘magos’ prefieren hablar de “ilusionismo”, una construcción artística
que comienza con las técnicas y llevan al asombro de las audiencias pasando por
los efectos y la composición, como dice el argentino René Lavand, el
ilusionista al que le falta la mano izquierda.
La magia, entonces, no deja de
ser una puesta en escena, un espectáculo que pone de presente lo imposible, lo
que desafía nuestras lógicas de pensamiento, y, al menos en apariencia, va en
sentido contrario a las leyes de la naturaleza. Es, en sí misma, una
elaboración creativa.
Dada su construcción, el
ilusionismo o la magia presentan unas enormes ventajas si le mira como
herramienta comunicativa, y lo es por dos razones: es capaz de atrapar la
atención sobre la base del asombro; y ella misma, en su elaboración, plantea
unas claves que bien pueden emplearse para armar un discurso, es decir, usarla
como metáfora. Pero vamos por parte.
La programación neurolingüística (PNL) enseña que el significado de la comunicación es la respuesta que se obtiene, y habla del concepto de ‘empatía’ o sintonía como la vía que facilita esa comunicación. La magia, por su expresión deslumbrante, atrapa la atención y, por esa misma razón, tiende puentes comunicativos muy eficaces.
La programación neurolingüística (PNL) enseña que el significado de la comunicación es la respuesta que se obtiene, y habla del concepto de ‘empatía’ o sintonía como la vía que facilita esa comunicación. La magia, por su expresión deslumbrante, atrapa la atención y, por esa misma razón, tiende puentes comunicativos muy eficaces.
Lo otro es que los conceptos
mismos que construyen la magia, lo que ella representa, brinda las claves para
enfrentar, de manera creativa e ingeniosa, los problemas o los retos dentro de
cualquier ámbito. En mis propias clases, proyecto un video de René Lavand y su
show tan particular, que desarrolla el efecto mezclándolo con historias, me
sirve de apoyo en la medida en que
permite explicar las similitudes entre el ilusionismo como arte, y la
crónica, el género expresivo artístico por excelencia: ambos se fundamentan en
las técnicas, los efectos y la composición.
¿Estoy acaso nadando en aguas
extrañas, forzando un discurso que no tiene nada que ver con la pedagogía? Yo
creo que no, y la segunda prueba me la proporcionó en Santa Marta, a finales de
septiembre, el conferencista Juan Pablo Neira, cuyo discurso motivador,
igualito, si se quiere, al de Miguel Ángel Cornejo, Pablo Coelho o Walter
Riso, tiene una forma diferente de
expresión de cautiva: empieza con un acto de magia, se construye a partir de un
acróstico de virtudes y consejo a partir de la palabra “magia” y va mezclando
ese mensaje con nuevos actos mágicos. Incluso, termina la exposición
presentando un efecto de cierre.
“Gracias a su amplia experiencia en el mundo del Edutainment y a su gran afición por la magia desde hace más de 10 años, hoy lanza un novedoso concepto de conferencia show que logra de una manera creativa e impactante inspirar, ilustrar y energizar a su audiencia con temas de gran interés como el Marketing, Branding, Creatividad e Innovación en las comunicaciones”, dice la presentación de Neira. En ese sentido, sigue la línea de Curtis Zimmerman, quien hace algo similar en idioma inglés. En nuestro medio local se conocen las charlas sobre ‘La magia de las ventas’, que de vez en cuando dicta nuestro ilusionista Mario Manotas, conocido como ‘E-nygma’.
En todo caso, eso de Edutainmen remite a la mezcla entre educación y entretenimiento como herramienta de aprendizaje significativo, el concepto del teórico norteamericano David Ausubel, que plantea un tipo de experiencia en el cual el estudiante relaciona la información nueva con la que ya posee, reajustando y reconstruyendo ambas informaciones en este proceso.
Sin embargo, el terreno está aún por explorarse en esa ruta específica de la educación. Se conocen algunas propuestas como la de la ‘Fundación Abracadabra’ de magos solidarios en España, cuyo portafolios incluye ‘magia educativa’: “La magia es un camino divertido entre emociones que permite transmitir de forma eficaz, rápida y lúdica, los mensajes claves para nuestros niños o para colectivos en riesgo de sufrir violencia de algún tipo”, dice el folleto de presentación.
Es un mensaje directo y claro: el ilusionismo, entendido como arte y herramienta está al servicio del educador, pero no por ello debe descartarse que, en algún momento, el docente no sea capaz de crear “momentos mágicos” a su manera. El hecho de relatar un cuento para hacer entender el mensaje puede lograr eso, como lo hizo Jesús de Nazareth con sus parábolas; o como lo hizo el Hermano Pablo por más de 50 años a través de su programa ‘Un mensaje a la conciencia’: enseñanzas precedidas por un relato, normalmente extraído de la vida real.
Sea como sea, tener de presente la “magia” conduce a mirar las cosas de una manera más creativa, en desafío frontal a lo cotidiano y tradicional. Si tan solo uno como docente se preguntara cómo lo puede hacer mejor, esa sola actitud es capaz de conducir a un momento mágico, un momento creador.
Barranquilla, octubre 3 de 2013
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