Por: Aníbal Tobón
Este Nada Press Extra está motivado por un fragmento, aparecido el domingo en El Heraldo, del libro de Javier Franco sobre Juancho Polo Valencia, y el reciente asesinato de Muamar el Kadafi, cuando ambos hechos me hicieron rememorar una anécdota del año 70 0 71, no recuerdo bien.
El caso es que para esos años yo dirigía el Teatro estudio de la Universidad del Atlántico, y por deferencia del doctor Lacorazza Varela, a la sazón rector de la Universidad, yo habitaba en la Escuela de Bellas Artes en un cuartito construido en el estacionamiento. Eran épocas económicamente muy difíciles, tanto para los actores como para los estudiantes de pintura, por lo que me ingenié para hacer una especie de fogón comunitario.
En una vieja lata de Gracetales cocinaba, bajo la sombra de una acacia que todavía existe, sancochos de lo que se pudiera. Lo más común eran de hueso o pescado a los que le agregábamos el bastimento, luego de una “vaca” de estudiantes pobres. A mediodía nos reuníamos a almorzar sancocho en totumas, lo que evitaba a los actores y futuros pintores (entre ellos Antonio Arrieta, Benedicto Arenas, Eduardo Celis, Efraín Arrieta, Ramiro Gómez, Alberto del Castillo y uno que otro profesor que colaboraban con la colecta), desplazarse a sus casas a comer teniendo que pagar buses o en últimas poder seguir pintando en su salón.
En algún momento alguien trajo a Juancho Polo para que también comiera de la lata popular. Era un señor bajito y con un aire de enfermo de ictericia o cirrosis por el tono amarillo de su piel. Un buen conversador pero que cuando comía lo hacía en silencio, con una concentración que no dejé de notar. Recuerdo que esa vez dijo que la comida sabía mejor hecha a leña y en totuma con cuchara de totumo. Verdad que he comprobado con el tiempo.
Parece que Juancho Polo andaba en una mala situación económica, como nosotros, y así llegó algunas otras veces. Después del almuerzo se echaba una “cabeceadita” como decía, en mi hamaca y luego agradecía y se iba quien sabe para donde. Fue por ese tiempo que me enteré que el señor era un compositor vallenato, música que yo no oía, ocupado como estaba con los Rollins Stones, Jeffersson Airplane, Black Sabbath y otros grupos de rock de mi preferencia.
En una de esas pocas veces que llegó, dio la casualidad que yo estaba leyendo unos textos de Kadafi que luego aparecerían en su Libro Verde, que yo no leería completo sino cuando viví en Paris. Por esos años a mi apartado aéreo de Avianca llegaban libros y revistas de todos lados. Entre ellos de la marxista Editorial Progreso, obras de Mao y de Ho Chi Min, cuyos libros de papel de arroz nos fumábamos con deleite, tinta incluida, para no usar el popular papel de envolver de las tiendas.
Juancho Polo comía en su habitual silencio, mientras yo leía a Kadafi en sus recomendaciones para la unión árabe y el gobierno popular. Cuando terminó el sancochito me preguntó que estaba leyendo. Le contesté que un artículo del presidente de Libia. Me preguntó que donde quedaba ese país y después de explicarle su ubicación me dijo “Maestro, léame un poquito a ver”.
No recuerdo con exactitud de qué trataba lo que le leí, pero él escuchaba con mucha atención y cerraba a veces los ojos como para comprender mejor el texto. En un momento se levantó, y palabras más palabras menos, mientras se acomodaba el raído pantalón que portaba, gesto que repetía a cada rato, me dijo: “Oiga, ese señor debería ser presidente de Colombia, vea usted que ahorita le robaron las elecciones a Rojas Pinilla. Es que a nosotros nos gobiernan puros sinvergüenzas, ojala algún día tengamos un presidente así”.
Ahora que Kadafi ha sido masacrado por rebeldes, en una revuelta orquestada y con el apoyo de la banda de la OTAN, he rememorado esa anécdota. Y también he comprobado, que la política criminal de algunos países europeos y de los Estados Unidos, es una amenaza para la seguridad de quienes no piensan como ellos, aunque en sus países hagan atrocidades como las que afirman de Kadafi.
Dicen que en los Estados Unidos no hay golpes de estado, ni revueltas populares, porque allí no hay embajada norteamericana. No hay que olvidar a Guantánamo ese territorio cubano, ocupado por USA que lo usa para torturas y confinamientos por fuera de la justicia. Un lugar con nombre de canción que no hay que olvidar. Como Abu Ghirab, que hasta el gordito Botero hizo una serie de pinturas denunciando las injusticias de la tortura sin castigo.
Es el mismo caso de Irak, donde miserablemente mintieron para invadir y bombardear un país, que si hubiese cultivado zanahorias en vez de tener petróleo, nunca hubiese sido vejado. Y les recuerdo que de Sumeria, hoy Irak, nos vino el primer alfabeto o abecedario. Cuna de la escritura que fue masacrada, bombardeada y que descendió a los infiernos escogidos por Europa y los Estados Unidos. Así como Afganistán que la convirtieron en una Sodoma moderna.
En el mundo de hoy, y también de ayer, ojalá no en el de mañana, los malos escogen los blancos. Y los blancos a dispararles son morenos. Esa es la diana para acertar. Tiro al blanco que puede ser negro o moreno. Jotamario decía, que en los Estados Unidos los negros estaban matando a los blancos, con armas blancas. Y sigue teniendo razón en esa debacle interna de USA. Pero ahora se trata de Irak, Afganistán, Libia. Ajá ¿y porqué no invaden a Siria? Parece que la geopolítica tiene sus misterios y sus intríngulis.
De todos modos siento, con la anécdota y la reflexión, mi voz de protesta por el asesinato de Kadafi. Quizá lo mereciera (habría que investigar por fuera de esa prensa que reproduce mentiras internacionales) pero no comulgo con esos linchamientos criminales, aceitados por dólares de la OTAN, tan tan. Esa que lanza mísiles a diestra y siniestra de dios padre. Y sanseacabó. Gracias por la atención prestada a Juancho Polo y a Kafadi…
Divulgado por la agencia Nada Press
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26 de octubre de 2011
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