Thursday, April 17, 2014

El remate fue con música vallenata

Memorias de un homenaje en el Congreso de la Lengua Española

Por: Javier Franco Altamar

Gabriel García Márquez llegó al Centro de Convenciones a las 10 a.m., poco después de los Reyes de España, pero entró primero al auditorio Getsemaní de la mano de su esposa, Mercedes Barcha, y en medio de una salva de aplausos.
Llegó de blanco, hasta los zapatos, y levantó una mano para saludar a la concurrencia. Más de 1.200 personas estaban en el interior, pero otras 1.000 se tuvieron que quedar afuera y tuvieron que ver el homenaje en pantallas gigantes.
Los fotógrafos seguían cada paso suyo y él, en una actitud de abuelo complaciente, adoptó una sonrisa que más adelante, cuando su colega Carlos Fuentes entregó infidencias sobre su juventud en México, se convirtió en una risa amplia.
Antes de subir al escenario, Gabo entregó saludos y abrazos a los invitados especiales. Cada vez que los aplausos revivían, él levantaba los brazos (a veces uno solo, a veces los dos). Cuando retumbaba la cuarta tanda de aplausos, el Nóbel ya subía al escenario. En su mano izquierda llevaba la carpeta roja de donde sacaría su discurso.
Caminaba lento, con incertidumbre. Se sentó con cuidado, siempre bajo la mirada atenta de Mercedes Barcha, su compañera de siempre, quien se ubicó a su derecha. A la izquierda del Nóbel quedó la ministra de Cultura, Elvira Cuervo de Jaramillo.
A las 11:15 a.m. la mesa principal fue ocupada por los Reyes de España, el Presidente, Alvaro Uribe Vélez y su esposa. Luego de los himnos, empezaron los discursos.
Ante cada comentario ingenioso, García Márquez abría más la sonrisa. Por casi una hora fue el único de pierna cruzada. Los demás parecían plantados.
Cuando se proyectó un avance del documental 'Buscando a Gabo', de Luis Fernando Bottía, García Márquez se vio aún más emocionado. La música del video correspondía a 'La Diosa coronada', de Leandro Díaz, uno de los vallenatos preferidos del escritor, y dos de cuyas líneas aparecen como epígrafe en 'El amor en los tiempos del cólera'.
Después vinieron las palabras de Carlos Fuentes. Justo cuando terminó el mexicano, apareció el ex presidente de Estados Unidos Bill Clinton, con un séquito de escoltas. Eran las 11:50 a.m.
Y vino uno de los momentos más emocionantes: Víctor García Concha, presidente de la Asociación de Academias, entregó a Gabo la edición conmemorativa de 'Cien Años de Soledad'. El escritor se puso el libro bajo la axila izquierda y levantó las manos para recibir los aplausos.
Luego siguió un silencio profundo: El maestro iba a hablar. Gabo temblaba.
Su pronunciación era lenta y, por momentos, se frenaba, pero entregó un cuento fascinante acerca de cómo se gestó y escribió su obra cumbre. Su frase final fue la más aplaudida de la mañana: “"Fue así como volvimos a nacer a nuestra vida de hoy. Muchas gracias"”.
Luego de los discursos del Rey de España y del Presidente, se desató una lluvia de papeles amarillos con la pantalla de fondo repleta de imágenes de mariposas en movimiento. La agrupación Los Niños del Vallenato aparecieron e interpretaron 'La Diosa Coronada', para empezar.
Así se desarmó el orden del recinto. El Rey y el Presidente desaparecieron por un costado, mientras Gabo era abrazado por sus amigos. El escritor Carlos Monsiváis ensayó una maroma peligrosa para subir al escenario jalado por el propio Gabo. Tuvieron que convencerlo de que la escalinata quedaba al otro lado y que no estaba tan lejos.
Antes, Rafael Escalona había abrazado al Nobel desde atrás, por encima de los hombros mientras este permanecía sentado. Un grupo de periodistas subió para entrevistarlo, pero Gabo, muy decente, se negó. Minutos después, el Getsemaní se quedó solo, tapizado por los papeles amarillos que habían reemplazado a la alfombra.

El Tiempo, 27 de marzo de 2007


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