Por: Luis Manuel Gil Pérez
Daniel Escorcia, dos palabras, un nombre, una incógnita. Al menos para mí, ese nombre no representa nada; o no representaba nada hasta que supe que era el monitor de mi clase de Periodismo. Con anterioridad lo había visto en Media Torta, “la cueva de los comunicadores” en la universidad; jugaba ‘fuchi’ y su estilo de chico con camisa desencajada y sudada a chorros no me parecía para nada gracioso.
La algarabía propia de su rato de esparcimiento me parecía excesiva. Sus ademanes eran exagerados por momentos, revelando una euforia insospechada. De repente parecía calmarse y esperar por acción. Un maletín abultado, sucio y olvidado lo acompañaba siempre. ¿Será que de verdad traía algún cuaderno o algo parecido allí?
El semestre había empezado, mi clase de periodismo también. A las seis y treinta de la mañana en plena mitad de semana, la tortura china del agua helada hacía su aparición y más tarde en el salón, mi monitora Laura Polo chancleteaba por el suelo; Era como una mamá de mi edad. Por cosas extrañas de la vida, mi clase fue cambiada a las nueve y media fue entonces cuando de veras conocí entonces al protagonista de estas líneas, a quien no podría adjetivar de paternal.
El día que lo tuve en frente con mis nuevos compañeros, todo fue extraño. Daniel no hacía una relatoría de las clases, sino una ‘bitácora’. Venía mejor vestido y como organizado, con la apariencia de haberse bañado muy bien. Me daba la impresión de estar viendo a otra persona.
“Aquí en clases el tiene que asumir un papel de segundo profesor, pero afuera es diferente”, dice Carina Martínez, una de mis mejores amigas quien también lo conoce como monitor. “Un día en Media Torta me preguntó ¿Tu te echas peos? Las mujeres nunca aceptan que lo hacen”.
Y sí. En clases Daniel es una cosa muy diferente. Tal vez la presencia del profesor lo intimida, tal vez no hay otra forma de comportarse para él en un salón de clases. El caso es que, cuando asume su papel de monitor es el maestro del mutismo: llega en sigilo, se sienta en su computadora, pasa la lista en silencio; cuando habla su voz es calmada, de su boca brotan frases hábilmente articuladas y tan diferentes a las que vocifera en Media Torta, que parece que no hay punto de comparación entre ellos dos.
Pare ser monitor, ha de tener buenas notas. Javier Franco, mi profesor y su ‘jefe’ inmediato en su papel de tutor dice que “fue su alumno destacado en su momento” y por eso lo escogió. “Yo exploro entre mis mejores estudiantes, a él se lo planteé, y aceptó”. Así de simple fue su entrada al mundo de los monitores, tan conocidos como sapos y consentidos de los maestros.
Daniel tiene 20 años, pienso que tal vez estudia comunicación social porque en el colegio solía ser el más dicharachero y ‘vacilador’ del curso. El me lo ratificó así. “En el colegio hacía obras de teatro, no me daba pena nada”. Cuando le dijo a sus papás que quería estudiar comunicación lo hizo con lágrimas en los ojos. Había intentado infructuosamente titularse como Ingeniero eléctrico, pero la idea, porque nunca fue una ilusión, le llegó hasta primer semestre. Se cambió a comunicación en la misma universidad, ahora, según él, su promedio es de 4.2.
Diana, su novia, estudia con él. Eran compañeros de clase cuando se conocieron. Verlos es la prueba de que el amor es raro y a veces sorprende: él es notablemente más grande que ella y juntos parece que la lleva de llaverito. Diana es delicada y hasta su apodo, ‘Polvito’, remite a una infancia que en su aspecto físico no parece muy lejana; él en cambio aparenta llevar encima al menos 5 años más de los que tiene.
En Daniel no riñen sus antónimas dos personalidades, al parecer tan opuestas. Son complementarias y lo hacen alguien especial, al menos para los que lo conocen. Después de escribir esto, para mí ya no es tan difícil hablar de él. En este mundo hay de todo. Daniel Escorcia es: dos nombres y una incógnita más despejada.
Perfil de ejercicio en clases, nota destacada, primer semestre 2008.
1 comment:
Impresionante, por cosas de la vida buscaba como de costumbre blogs escritos por dedos desconocidos y seres alejados de mi realidad, que sorpresa encontrar este blog y aún mas un perfil para mi gusto muy bueno, saludos profesor Franco, recuerdo sus clases y mis respetos Luís, te brota el talento.
Att: Daniel Bacca
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